Foto: Domingo Ifraín Díaz Fuentes.
Barcelona/ Mambí en A/ La hermana del prisionero, Domingo Ifraín Díaz Fuentes, que se encuentra en huelga de hambre en la prisión Combinado del Este, denuncia:
Yo, Aymara Díaz Fuente, con domicilio legal en Ánimas # 163 entre Industria y Consulado, municipio Centro Habana, ciudadana cubana, con los derechos que me asisten, denuncio a las autoridades y gobierno cubano (quienes sean responsables) por los motivos que a continuación voy a exponer.
Mi hermano se encuentra en el reclusorio Combinado del Este cumpliendo una sanción de 13 años de privación de libertad por tráfico de personas. En estos momentos lleva 61 días de inanición voluntaria, donde se han cometido abusos, maltratos y se ha infringido la Ley en su caso.
Los primeros 40 días lo mantuvieron en una celda de castigo y aislamiento sin condiciones algunas para un ser humano, luego le trasladaron para el HNR (Hospital Nacional de Reclusos) en la sala E, cama 30, incomunicado totalmente con nosotros (su familia), no tiene acceso al teléfono, ni a visitas, lo cual fue dispuesto por el jefe de Orden Interior de ese lugar, que se apellida “Pedroso”. En ese mismo lugar (HNR) lo tienen con todo tipo de personas con diferentes enfermedades, como la hepatitis, entre otras. En estos momentos, tal como están las defensas de su organismo, está expuesto a contraer cualquier enfermedad, y quisiera que alguien me explicara las palabras tan rebuscadas y bonitas que utilizan los llamados jefes del Combinado, de que él tiene las mejores atenciones y muchas cosas más que me han dicho a mí, en mi propia cara.
El día 6 de julio de 2011, luego de tenerlo en una jaula al sol del mediodía, cerrado herméticamente, por espacio de 39 minutos, se presentaron ante él dos tenientes coroneles, nombrados Espinosa y Pedro Luis, fiscales militares del Cerro, que le negaron todas las infracciones cometidas sobre su persona, prueba de las cuales las tengo en la sentencia, que está llena de imprecisiones, además de no dar luz en ningún momento de la vista sobre el tiro que le dieron, ni la golpiza en ocasión de su captura, casi hasta matarlo. De hecho, no es la única golpiza que ha recibido en estos 4 años de tortura que lleva recluido y alejado de sus seres más queridos, con certificados médicos. Su historia clínica es bastante amplia, debido a todos los problemas de salud que presenta, pues ha sido intervenido quirúrgicamente en dos ocasiones en ese mismo hospital.
El viernes 8 de julio de 2011, es trasladado nuevamente al edificio 1, en una celda, aislado, sin tener en cuenta sus condiciones, donde como castigo, según ellos, que yo personalmente lo llamo “tortura”, le quitan el colchón en la mañana y se lo devuelven en la noche. Me gustaría que presenciaran su cuerpo, que parece una bola de huesos, o una persona del tercer mundo, tirado en el piso. Tanto que se habla en este país de los campos de concentración donde se cometían abusos y torturas, y creo que en el Combinado del Este se están utilizando métodos bastante semejantes, o diría que iguales.
Al cabo de tres días, el lunes 11 de julio, parece que alguien con buena vista reconoce que no está en condiciones para estar ahí, y lo devuelven al HNR, en una sala que acondicionaron para personas como él, que todavía estoy esperando para ver las malas “condiciones” de la sala, porque según todo lo que he visto en estos 4 años, soy capaz de imaginarlas.
Actualmente lo atienden el teniente coronel Espinosa mencionado anteriormente en este escrito, el capitán Edelmiro Ávila y Guillermo Lara, que dicen llamarse “DIVICO”, según lo que me comunicaron, y que es la División de Investigación y Criminalística, que radica en 100 y Aldabó. Ahora me vuelvo a preguntar si es mi hermano un criminal y que tiene que ver con esta comisión o dirección, y hasta dónde lo van a llevar a él y a mi familia, porque solo lo visitan para comérselo a mentiras e irritarlo, y provocarlo, para luego acusarlo de falta de respeto y de indisciplinado.
Todo lo expuesto en este escrito lo hago con la fuerza del corazón y la sangre de una familia, que está padeciendo por lo que están haciendo con Domingo Ifraín Díaz Fuentes, un hombre que no ha matado, ni ha atentado contra la seguridad nacional, para que se encuentre sometido a tales atrocidades, y que pide revisen su sanción y le permitan la entrada a su hijo menor de 10 años al país, que hace 4 años no ve por estar recluido, y que un funcionario de Emigración me comunicó que para darle al niño una visa humanitaria, mi hermano tiene que estar en fase terminal. Me parece una disposición arbitraria, que tengo entendido que no es Ley, sino una restricción administrativa, y no puedo esperar tranquilamente a que mi hermano muera, porque realmente parece un cadáver.
Estoy dispuesta a continuar esta lucha hasta ver que se haga justicia con mi hermano, y que no quepa la menor duda, que me he dirigido a todos los canales posibles para que me atiendan y me den una respuesta, con fechas, horas y nombres de personas que he investigado por mis propios medios, porque nadie me las da, pues no parecen funcionarios públicos, sino funcionarios secretos. Esto lo he padecido en todas las instancias a las que me he dirigido. Estamos cansados de mentiras.
Y para colmo, que irónica es la vida, acabo de leer en el periódico Granma, con fecha 15 de julio, una nota que dice: “Ante silencio mediático, presos norteamericanos continúan huelga de hambre”, con solo 14 días y lo publican al pueblo, esto acompañado de un escrito muy interesante para mí. Creo muy fácil criticar al vecino sin ver la basura que tenemos en nuestros ojos. Pues yo demando eso mismo, acompañado de otras cosas de más envergadura que le han pasado a mi hermano, hoy con 63 días en huelga de hambre o inanición voluntaria, que es la palabra bonita que se utiliza aquí para adornarla, y no se ha hecho nada al respecto, o es necesario que me vuelque con mi familia en defensa de él, en la “Plaza de la Revolución” para exigir justicia, que es todo lo que exijo, “Justicia”, no mentiras, maltratos, ni represiones por decir la verdad y abogar por lo mío.
Enviado desde La Habana, Cuba, por Martha Beatríz Roque Cabello.
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