Cuando vencen los buenos.
Como en un largometraje, de aquellos clásicos de antaño que tanto se disfrutaban, donde el desarrollo de la trama era un eterno sufrimiento por parte de los buenos, infringido por los malos, y cuyo final siempre era la derrota de la maldad, con el esperado y ansiado por todos, el triunfo de la honestidad, de la humildad, y la inocencia, en fin, el triunfo de los buenos, y con el lamentable comentario tan famoso que siempre se sucedía en las tertulias: “ésto solo pasa en las películas, en la vida real siempre vence el malo”; podemos decir hoy, que no solo en las películas vence el bueno, porque gracias al esfuerzo de unos héroes anónimos, la liberación de un grupo de rehenes, arrebatados al grupo terrorista de las FARC, entre ellos Ingrid Betancourt, se ha hecho realidad.
El mundo democrático se regocija con ésta noticia, en un momento en que surgen grupos terroristas en diferentes latitudes de nuestro planeta, y para mayor infamia, son utilizados por algunos gobiernos como instrumentos para ejercer presión política.
Tal es el caso de Hugo Chávez, que en su afán de poder, ha llegado a apoyar y a lanzar un llamado al mundo a reconocer a éste grupo de terroristas como una fuerza beligerante. Pero tal vez, nadie le había explicado que la condición de terrorista está determinada por los actos que realiza, como por ejemplo: secuestro, asesinatos, en fin, sembrar el terror para lograr uno o varios objetivos.
La cruzada realizada por Hugo Chávez y Rafaél Correa, contra Álvaro Uribe, ha sido observada por todos, atónitos, viendo y observando como espectadores, como los viles y malvados deseaban vencer para luego someter a los buenos.
Pero como siempre pasa en política, en la historia, en las novelas, y en las películas, los políticos derrotados, con tal de mantenerse en el poder, no les queda otra alternativa que pasar a la fase del cinismo, que no es más que ponerse del lado del vencedor.
Hoy el vencedor Álvaro Uribe, recibe elogios y apoyo, de aquellos que un día intentaron derrocarlo y someterlo.
Inclusive, ha salido el mayor cínico, y no sólo por edad, sino por la habilidad de ejercerlo como acto cotidiano, Fidel Castro, ha anunciado su satisfacción por la liberación de éstos rehenes, cuando fue el primero en apoyar la cruzada de sus dos aliados estratégicos contra Álvaro Uribe, pero no sólo por ésto es cínico, ni por el casi medio siglo que lo lleva ejerciendo, sino por la cantidad de presos políticos que mantiene presos en cárceles con delincuentes comunes, ni que decir de los cubanos que no deja salir del territorio, como Hilda Molina, que mantiene secuestrada dentro de su propio país, impidiéndole reunirse con su hijo, y así una lista inmensa de violaciones de los derechos humanos, hasta llegar a la conclusión, de que mantiene secuestrado a todo el pueblo cubano. Alegrarse de la liberación de los rehenes arrebatados a las FARC, siendo el mayor secuestrador de la historia, es un acto de cinismo y de burla hacia el pueblo cubano, y hacia toda la comunidad internacional.
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