POR LOS PERIODISTAS CIMARRONES

Reflexionando sobre las reflexiones de Fidel.

Primeramente debemos tener presente, el significado de lo que es una reflexión.

En artículo emitido recientemente el 03.07.08., con motivo del VIII Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba, Fidel Castro, hace alusión a una parte de la historia de Cuba, mencionando a Trujillo (Santo Domingo) y Batista (Cuba), tiranos odiados por sus respectivos pueblos, por los métodos represivos y brutales, con los que acostumbraban a “mantener el orden”, y, resaltando el apoyo del pueblo cubano, a la victoria del Ejército Rebelde, con la ayuda de la Huelga General.

Por eso mi intensión de seguir llamando a Fidel Castro, traidor del pueblo cubano, pues sin la ayuda del pueblo, hubiese sido imposible el triunfo del Ejército Rebelde.

El pueblo necesitaba, y quiso, el triunfo de la Revolución, y la derrota de la tiranía de Batista.

Y repito lo que en otras ocasiones he expresado: lo que nunca esperó el pueblo cubano, fue verse traicionado después de tantos años de lucha y sacrificio, para verse hoy sumido en una de las dictaduras más longeva de todos los tiempos, despojado de su propia tierra, para venderla al capital extranjero, sin libertad para moverse por su propio territorio nacional, y una precaria situación económica, que convierte a nuestro pueblo, en mendigo de la comunidad internacional.

Es cierto, Salvador Allende, pasó a la historia como un gran hombre, que se ganó el respeto y la admiración del mundo democrático, al defender hasta la muerte sus ideales y su pueblo.

En cambio, usted Fidel Castro, y no menciono su grado militar, pues debería ser despojado del mismo por traicionar a su pueblo, pasará a la historia, como el dictador astuto, que supo mantenerse durante casi medio siglo en el poder, llegando a someter a uno de los pueblos más aguerridos del mundo, al punto de instaurar una Dinastía, la primera en América Latina.

Seguro estamos los cubanos, que José Martí, jamás hubiese permitido que su pueblo fuese sometido y reprimido en su nombre. Ofende usted, a nuestro apóstol, y una vez más a nuestro pueblo, al mencionar su obra y sus pensamientos, para lograr sus objetivos dinásticos.

Menciona también al hijo de Batista, Roberto Martín Pérez Rodriguez, al cual apresó y no fusiló, diciendo que en los EUA, lo hubiesen fusilado. Permítame recordarle, que usted tampoco fue fusilado después del asalto al Cuartel Moncada, en cambio, usted si fusiló, a tres jóvenes en tan solo cinco días, por el secuestro de una embarcación en la que no hubo heridos, y mucho menos, tantos muertos como en el mencionado asalto al Cuartel Moncada, y no nombraré la inmensa e interminable lista de los fusilados en su nombre, para no aburrir a los lectores.

Me agradaría leer, no historia, sino unas verdaderas reflexiones hechas por Fidel Castro, donde quede plasmado el fruto de su obra, donde reconozca sus fallos y desaciertos, pues hasta de tiranos y dictadores algo queda, como por ejemplo, el Capitolio de La Habana, Cuba.

Pero al parecer, los métodos que tanto enseñan en el Partido Comunista de Cuba, y en la Unión de Jóvenes Comunistas, de realizar frente a sus compañeros autocríticas, no le han sido impartidos a él, es decir, aplica la máxima de la tribu: “haz lo que yo digo, y no, lo que yo hago”.

Debería hacer las reflexiones en tres libros, uno de aciertos, otro de desaciertos, y el tercero de conclusiones y autocrítica, el primero, para los que no les gusta leer mucho.

En éstos momentos se celebra un acontecimiento en Cuba, que nos recuerda uno de los mayores atropellos a los que ha estado sometido nuestro pueblo, y es precisamente, la censura y el control autoritario sobre la prensa y los medios de radiodifusión.

En éste VIII congreso de la UPEC, se le ha impuesto un nuevo código de estatutos, a los periodistas cubanos, que tiene una absoluta similitud, con el yugo que llevaban los esclavos durante el régimen colonial.

Pero como ha sucedido hasta ahora, seguirán sumándose más cimarrones, a la lista de periodistas que se niegan a someterse al esclavismo impuesto, por la violación reiterada de sus derechos a expresarse con plena libertad.