De pequeño siempre me asaltó la preocupación de cómo llegaría Papá Noel, ya que me preocupaba mucho el hecho de que no pudiera traerme mis juguetes, pues todas las imágenes de él eran con su famoso trineo, desplazándose muy cargado de juguetes a través de la nieve, y por supuesto, viviendo en Cuba, que nunca nieva, ¿cómo llegaría?
Aquello era una preocupación frustrante, pues veía que a pesar de la lógica, y a pesar de mis preocupaciones, Papá Noel llegaba cada año. Desconcertado, no acababa de comprender cómo era posible que llegase sin haber nieve. Los niños crecíamos con esa dulce frustración, que olvidábamos en el mismo momento de empezar a abrir los regalos, y terminábamos por aceptar, que los sueños se pueden hacer realidad.
Sin embargo, los niños cubanos de la Cuba de hoy, no padecen esas frustraciones, piensan que Papá Noel no puede llegar porque no hay nieve, y efectivamente, no llega, sus pensamientos y conclusiones no son rebatidos, sus padres y sus abuelos no tienen que emplearse a fondo para convertirse por unos momentos, en los mejores cuenta cuentos del planeta, esto los libera de unos momentos de aprieto, pero también les priva del placer de ver reflejado en el rostro de un niño, la luz de la felicidad, y la inocencia.
Por eso hoy, los que tuvimos la suerte de poder desarrollar la capacidad de soñar despierto, debemos seguir luchando cada día, por ese sueño de ver una Cuba Libre y Democrática, donde las familias puedan celebrar unas navidades unidas, y sus hijos, puedan reflejar en su rostro el brillo de la sonrisa, y la luz de que los sueños, a pesar de parecer imposibles, se pueden hacer realidad.
¡Feliz Navidad a todos los niños cubanos!
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