Los recientes sucesos acaecidos en Honduras obligan a la urgente movilización de los demócratas de Venezuela y el mundo, a objeto de defender la forma de gobierno republicana y democrática, como única vía para el progreso en libertad de nuestras naciones, frente al avance del modelo fidelista comunista.
Desacatando la Constitución de Honduras, el expresidente Zelaya -aconsejado, empujado y financiado por Chávez- pretendió iniciar la ruta para su perpetuación en el poder mediante la convocatoria a una inconstitucional y fraudulenta consulta, utilizando material electoral enviado de manera ilegal, malversando los recursos de Venezuela, por el gobierno de Chávez.
Si el arresto del presidente forajido y su traslado a Costa Rica, alteró las formas y procedimientos a seguir para aplicar el mandato de la Corte Suprema de Justicia de Honduras, es materia que deberán dirimir los hondureños a futuro. Lo que no cabe es la pretensión del liderazgo autoritario de América –lamentablemente alcahueteado por la OEA- de calificar como golpe de estado la remoción pacífica (sin tiros, heridos o violencia que lamentar) y legal del presidente, no para instaurar una camarilla militar en el poder, sino, para preservar el orden constitucional gravemente violentado por Zelaya.
Los sucesos ocurridos en Honduras son una consecuencia directa de la abierta injerencia "petroimperialista" de Hugo Chávez en los asuntos internos de los países latinoamericanos. La oportuna reacción de la institucionalidad democrática hondureña, impidió que la cadena de intromisiones, practicada exitosamente por el Presidente venezolano en otros países del continente, se extendiera hasta ese país centroamericano en un intento por copiar la receta "socialista del siglo XXI", que significa la violación del Estado de Derecho, la concentración de poder y el continuismo.
La respuesta de la sociedad democrática del hermano país, implementada por la Fiscalía General, el Consejo Electoral, la Corte Suprema de Justicia, el Congreso Nacional, los partidos políticos, incluido el del propio Zelaya, los sectores de la sociedad civil, la Iglesia y las Fuerzas Armadas, impidió que el plan continuista auspiciado desde Venezuela colocara a Honduras en un escenario de violencia y de inestabilidad, y alterara la alternabilidad institucional lograda luego de largos años de luchas contra las tiranías militares.
No se puede hacer el juego a la calaña autoritaria que pretende desdibujar la actuación de la Fuerza Armada de Honduras, plenamente sometida a la autoridad civil y en defensa de la Constitución, semejando dicha acción con las lamentables actuaciones en el pasado y presente de nuestros países de otras fuerzas militares dedicadas al sometimiento represivo de la nación en apoyo a proyectos personalistas y autoritarios.
El apresurado pronunciamiento del Secretario General de la OEA y de los gobiernos de la región, condenando el restablecimiento del orden democrático de Honduras señalándolo como un golpe de estado, pone una vez más en entredicho el prestigio de esa Organización y la vigencia de los principios del Sistema Interamericano, y evidencia su incapacidad para actuar de manera equilibrada y justa frente a las amenazas que sufren nuestros pueblos, hoy agredidos por la resurrección de una ofensiva totalitaria que nos conduce al progresivo naufragio del orden democrático. Es irónico y trágico presenciar al organismo haciendo esfuerzos desmesurados por integrar en su seno a la dictadura cubana, a la par que se esfuerza por aislar la democracia hondureña.
Tanto el Secretario General de la OEA, como los representantes de esos países que hoy pretenden condenar al nuevo gobierno hondureño y a sus legítimas instituciones, han sido negligentes o cómplices, frente a las reiteradas violaciones de los derechos humanos y de normas fundamentales de la Constitución venezolana, por parte del régimen de Hugo Chávez y de sus aliados en el Continente.
Utilizando los millonarios recursos petroleros, mediante presiones abiertas o encubiertas, el gobierno de Hugo Chávez y sus aliados lideran hoy una cruzada para desestabilizar los regímenes democráticos en el continente. Ya está en marcha una ofensiva destinada a restituir al "aliado" Zelaya y aislar a Honduras de la Comunidad Internacional, en momentos en que ese país lucha por la defensa de su libertad, su democracia y la pacífica designación de nuevas autoridades surgidas del voto popular.
La lucha de los hondureños en estos momentos es la misma lucha de los venezolanos por la democracia frente al atraso autoritarista.
ALIANZA POPULAR
Oswaldo Álvarez Paz
Presidente de AP
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SOLO NADIE PUEDE
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"Ne te quaesiveris extra"
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