Buscar en archivos de Mambí en Acción






jueves, 30 de julio de 2009

El monte de las banderas

Jose Alberto Alvarez Bravo.

Ante la dificultad para enviar a la prensa lo que escribo –dispongo de una hora y media a la semana de acceso a Internet- se me ocurrió una salida para poder agobiar con más saña a quienes estén dispuestos a leerme; les entrego, en una memoria, mis "obras" a algunos colegas cuando van a entrar a la SINA, para que me hagan el favor de enviárselas a sus propios contactos. Una solución muy inteligente (recordar que no tengo abuela).

Esperando la salida de Robertico (Roberto de Jesús Guerra) para que me devolviera la memoria, me entretuve mirando el verdadero y ridículo "monte de las banderas". Varias ideas invadieron mi mente, y un indescriptible sentimiento me apretó el pecho.

Pensaba, con dolor, en los cuantiosos recursos de la empobrecida nación que fueron dilapidados en las locuras de un poseso, investido de un poder que siempre lo eximió de tener que rendir cuentas a nadie, más que a su sicótico ego.

¿Cuánto nos costó esa inútil porquería con un nombre altisonante: Tribuna Antiimperialista?

Los niños sin juguetes, el pueblo mal alimentado, el transporte en estado crítico, la economía al garete, y el Irresponsable en Jefe dilapidando lo que no le costó ni una gota de su sudor. Y después, ahí está el "bloqueo imperialista" para cargarle toda la culpa.

Es preciso un verdadero derroche de tolerancia para no indignarse con los extranjeros que les han servido a los Castro –y le sirven- de alabarderos y hala levas, con tal de disfrutar de la afrodisiaca contemplación de los cimbreantes y esculturales cuerpos de canela, inmersos en un mar de sensuales ondulaciones, de las bailarinas del show de Tropicana.

Cuánto sudor le ha costado a nuestro pueblo producir los recursos que luego son arrojados al fuego fatuo de la guerra fría, tan fría como ajena a nuestra idiosincrasia.

Cuántos golpes de mocha, bajo un sol ardiente, para hacer la zafra azucarera. Cuántos meses alejados de sus hogares los abnegados pescadores, para que al final el pueblo no vea ni la captura, ni el producto de su venta.

Esos, y otros pesares, me embargan mientras diviso el "monte de las banderas".

No hay comentarios: