Jose Alberto Alvarez Bravo.
-¡El asiento de impedidos!
Esta breve frase, escuchada a diario en los ómnibus de transporte urbano de la capital, nos recuerda una época ya distante en el tiempo, en la que los hombres se disputaban el acto caballeroso de ceder el asiento a las mujeres. Embarazadas o no, con niños o sin ellos.
En el ómnibus urbano. Foto: Jose Alberto
Aquellas generaciones de cubanos habían sido educadas bajo otras normas, luego calificadas de "burguesas". En la patria nueva, "como la soñó Martí", no había cabida para nada ajeno al modelo de la sociedad soviética, gulags incluidos.
El "hombre nuevo" ha sido ¿formado? bajo otra escala de "valores". La llamada moral socialista. La ley de la selva, en realidad. Sálvese quien pueda.
Salvo las miserias –material y moral- nada alcanza para todos, especialmente los asientos en los ómnibus urbanos. De ahí la "necesidad" de convertir en práctica cotidiana una frase validada por el régimen: ¡Lo mío primero!
Como el hombre nuevo no cree ni en velorio de chino, la Empresa de Ómnibus Metropolitanos (EOU), conjuntamente con la Asociación Cubana de Limitados Físico Motores (ACLIFIM) han decretado la designación de por lo menos un asiento para impedidos físicos por ómnibus.
Obviamente, tan sabia medida sólo puede ser calificada de plausible.
Pero hay un pequeño problema, como casi siempre y en casi todo.
Como nuestro peticionario, al proferir el estentóreo grito que da inicio a estas líneas, no aclara que se trata de impedido FISICO, una sensación de incertidumbre siempre termina por invadirme.
Es el caso que en nuestra tierra todos somos impedidos.
¿No me cree? Analicemos.
Nuestro pueblo está impedido de viajar libremente al exterior, algo que está al alcance de cualquier terrícola que posea los motivos y medios para hacerlo. En nuestro país está impedido el acceso a Internet a quien no pertenezca a la nomenclatura, o de alguna manera sea un bendecido por el poder. Nuestro pueblo está impedido de ejercitar el más elemental de los derechos: pensar y hablar sin hipocresía.
Demasiado prolija resultaría esta exposición, si pretendiera enumerar todos los impedimentos que vienen aparejados al "privilegio" de gastar nuestra única oportunidad sobre la tierra, viviéndola en "el paraíso del proletariado".
Conozca primero, analice después, y juzgue si no hay suficientes razones para aducir que el nuestro, es un pueblo de impedidos.
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