Jose Alberto Alvarez Bravo
Toda persona tiene el derecho inalienable de simpatizar con lo que le venga en gana, y los demás la obligación de respetárselo. Los cantantes españoles Ana Belén y Víctor Manuel no son excluibles de este derecho. De el de opinar y defender sus opiniones, tampoco.
Otra cosa es el "derecho" que se arroga esta persona a ofender a otras por sus posiciones ideológicas. Si el señor Víctor Manuel tiene un ápice de decencia y de educación, debe excusarse ante la comunidad de cubanos exiliados por su innecesaria descalificación al llamarle "la gusanera de Miami".
No debe ser tan ingenuo este señor como para no darse cuenta del triste papel que se asigna, al convertirse en un testaferro ¿gratuito? de la dictadura dinástica más longeva y opresiva de la era moderna.
Este señor no tiene en cuenta –es difícil que lo ignore- que esa "gusanera" está integrada por profesionales, artistas, deportistas, y una amplia gama de nuestra nación, que en lo único que se diferencian de los que vivimos en la Isla, es en que ellos ejercieron su derecho a fijar su residencia donde quisieron (y pudieron), y renunciaron a vivir con el estigma de la doble moral y el apoyo hipócrita a un régimen detestable.
Las palabras de éste señor pueden interpretarse como ofensivas a la nación cubana en su conjunto, pues el animalizar un segmento de su exilio comporta la del resto de los cubanos; es decir, si quienes confrontamos al régimen castrista somos gusanos, ¿qué son para él quienes lo acatan?
Esa mutación genética -que este señor le atribuye a nuestros hermanos de la diáspora- se produce en el momento en que un cubano decide romper con el esquema sociopolítico impuesto –y sostenido- a sangre y fuego por los Castro, algo que él parece considerar intrascendente.
El señor Víctor Manuel está bastante crecidito como para no ignorar que, al hablar el lenguaje de la dictadura, aplaude el crimen impune del remolcador 13 de marzo, el del yate Rio Canímar, la permanencia en prisión de centenares de compatriotas por tipicidades que no son delictivas en las sociedades democráticas, la imposición de un sistema carente de la legitimidad que sólo confiere el escrutinio público, y una interminable lista de flagrantes desmanes.
Tengo casi la certeza de que si este señor fuera cubano, seguramente calificaría como "gusano", a menos que sea de condición servil.
De momento, me limitaré a sugerirle que medite sobre lo que representa su complicidad criminal con la cúpula del poder en Cuba.
1 comentario:
Ese desgraciado, al que usted llama "señor", no sobreviría ni 48 horas viviendo como un cubano. Su mujer, si, apenas unas horas más. Es puta. Pero puta por devoción. Estaría por ver si le gustaría serlo por obligación para llenarse su panza de señoritinga multimillonaria comunista.
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