Jose Alberto Alvarez Bravo.
"No te duermas en el metro", aconseja la letra de una canción que estuvo en boga durante la "década prodigiosa" de la música ligera. Aplatanada al argot cubano, convoca a cerrar el paso a la desidia, la indolencia, la indiferencia, al dejar hacer.
Desde nuestra perspectiva de cincuenta y siete años sometidos a dictaduras impopulares y antipatrióticas, vemos con estupor como los pueblos de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, están "dormidos en el metro", permitiendo que sus respectivos aprendices de dictador continúen atando los hilos del poder, modificando las constituciones que les permitieron acceder a éste para perpetuarse legalmente.
Ocurre con pasmosa frecuencia que los pueblos no se percatan de que tan mortalmente peligroso puede resultar "dormirse en el metro", como conduciendo un vehículo automotor a gran velocidad.
¿Serán ciegos que no ven el "caso cubano"? ¿Tendrán que sufrir las consecuencias en su propia piel, para darse cuenta de lo que significa entregarle a un solo hombre –y a sus cómplices- el poder omnímodo? ¿Qué harán esos pueblos cuando, tal vez demasiado tarde, despierten a la realidad? ¿Qué ha sido del raciocinio de los venezolanos; no ven cómo un señor, que cree ser la reencarnación de Bolívar, se está anclando en el poder con claras pretensiones de perpetuidad?
No es sólo que estos pueblos están comprometiendo sus destinos inmediatos, sino el de sus propios descendientes, porque estos sistemas no sueltan la presa. Cuando sea demasiado tarde, ya no van a importar la valentía ni el espíritu de sacrificio de los más dignos.
¡Pueblos vecinos, les sugiero tomar bastante café, –que todavía no lo tienen racionado- para mantenerse bien despiertos!
Permitirse un simple pestañazo podrán lamentarlo por el resto de sus vidas. No olviden el póstumo consejo de Julius Fucik: "Hombres, estad alertas".
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