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viernes, 2 de octubre de 2009

La cárcel se cobra una nueva vida

Efrén Fernández Fernández, prisionero político desde la prisión dicta los textos.

 

Guanajay, Cuba, 28 de septiembre, del Buró de trabajo de Hablemos Press/ Alrededor del medio día del sábado 26 de septiembre, el preso común Roberto Lorenzo Ruiz, alias Robertico Alimaña, de 40 años de edad, residente en la barriada Romerillo del capitalino municipio Playa, llevaba en cautiverio 23 años, pues extinguía entre otras una sanción inicial de asesinato.

 

Solicitó ser atendido urgentemente por el médico al funcionario del orden interior segundo sub oficial Julio Cesar, que custodiaba las puertas de los destacamentos números 4 y 5 de este establecimiento penitenciario de Guanajay.

 

El segundo sub oficial Julio Cesar con la morosidad característica de todos los gendarmes de esta prisión, increíblemente le gritó a un reo común que se encontraba deambulando por el patio que le avisara al jefe de grupo que de rareza aparece, para que viniera a sacar a un preso con dolor en el pecho.

 

Otros reos comunes al observar el trato inhumano del oficial Julio Cesar comenzaron a gritarle al oficial de guardia superior, primer teniente Arlenis, que de casualidad pasaba cerca del lugar.

 

El primer teniente Arlenis ordenó entonces al segundo oficial Julio Cesar, que lo sacara para el médico. La barbarie del militar Julio Cesar no cesó, ya que obligó a Robertico Alimaña a ponerse la camisa e incluso lo esposó. El pobre Robertico le repetía lastimosamente al desaforado militar que estaba grave y con un esfuerzo sobre humano logró ponerse la camisa.

 

Fue conducido caminando al puesto médico de la prisión que se encuentra aproximadamente a 200 metros, al llegar allí la médico Elaine se negó a prestarle atención médica, pues iba a almorzar en unión de las dos enfermeras de guardia.

 

Robertico Alimaña que agonizaba, esposado y sentado en el banco en el vestíbulo del puesto médico, falleció criminalmente sin ser auxiliado. Al percatarse de la situación hicieron venir a la doctora. Ya todo esfuerzo era en vano, sin embargo, montaron el cadáver de Robertico en un carro jaula y lo trasladaron al hospital del pueblo para simular que había fallecido en el camino.

 

Robertico Alimaña se quejaba hacía tres días de fuertes dolores en el pecho. El viernes 25 lo había consultado otro médico, pero concretamente no hubo un diagnóstico.

 

Una vez más se hace latente la inhumanidad y la crueldad del gobierno cubano con su fracasada política degradante y arcaica, que patrocina e incentiva a sus secuaces con un odio sin igual para que repriman y maltraten a sus semejantes.

 

Las cárceles cubanas se cobran una nueva vida en la prisión de Guanajay.

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