Por. Lcdo. Sergio Ramos
El presidente Barak Obama acaba de ser agraciado con el Premio Nobel de La Paz. Hecho que ha sorprendido a todo el mundo.
El Premio Nobel de la Paz, instituido por el científico sueco Alfred Nobel en 1985, se otorga a las personas que se han destacado por su labor extraordinaria a favor de la paz en el mundo.
Este año había una muy larga lista de candidatos, que tenían, muchos de ellos, un aval de trabajo extraordinario en la lucha por la paz.
Sin embargo, lo sorprendente en este caso del presidente Obama, quien ocupa la presidencia de los Estados Unidos desde hace unos pocos meses, es que no hay una labor extraordinaria y destacada por la paz. Tan solo una retórica, que más que hechos meritorios, constituyen tan solo promesas políticas.
Realmente decepciona cuando se compara con otras figuras que anteriormente han ganado el tan codiciado premio y que han hecho extraordinarias obras por la Paz.
Por ejemplo, El Presidente Woodrow Wilson logró crear la Liga de las Naciones, a pesar de que el Congreso de Estados Unidos no aprobara el tratado.
El ex-presidente Jimmy Carter, logró sentar en la mesa de negociaciones dos enemigos irreconciliables: Egipcios e Israelitas y lograron un entendimiento de paz.
El presidente de Costa Rica Oscar Arias logró que los Contras y los Sandinistas hicieran la paz y que se restauraran las elecciones libre en Nicaragua.
Martin Luther King logró que la igualdad de derechos civiles para los negros americanos, y lo pago con su vida… Y así la lista interminable.
Pero, ¿Cual es el logro de Obama? Asombrosamente, sin obra meritoria alguna se le ha concedido dejando un mal sabor en gran parte de la opinión pública mundial.
La lógica nos lleva a la conclusión de que el otorgamiento de este premio estuvo motivado por razones políticas de partes interesadas con propósitos encubiertos. Por un lado, se pretende levantar la imagen pública de un Obama en decadencia de aprobación por la población que lo llevan al poder. Y por otra, como un modo de forzarlo moralmente a quedar amarrado por sus retóricas demagógicas de acabar las guerras de Irak y Afganistán y de que quite el escudo defensivo anti-misiles de Europa, con lo cual el viejo continente quedaría a merced de los cohetes atómicos de las naciones terroristas como Irán.
La maniobra también pudiera conllevar el forzarlo moralmente a ceder ante las naciones del eje terrorista-nuclear Venezuela, Irán y Corea del Norte. A ablandarse ante el ardiente deseo Ruso de recuperar el poderío e influencia que tuvo por vía de la debilitación de las defensas europeas y americanas. A tolerar propósito solapado de China de llegar a ser el poder hegemónico del mundo.
La paz a veces no surge de la debilidad, sino del respeto al fuerte. La debilidad de los políticos pre-Segunda Guerra mundial como el Primer Ministro Chamberlain, envalentonaron a Hitler para dar comienzo a los hechos de guerra que trajeron la más mortífera guerra de la humanidad.
Cuando los Egipcios e Israelitas se sentaron a negociar la paz había una mutua relación significativa de fuerzas a ambos lados de la mesa. Luego la paz era más conveniente que la guerra. Si uno de los dos hubiera sido fuerte, frente a la debilidad del otro, el fuerte hubiera arrasado con el débil.
Si Estados Unidos hubiera sido débil, la URSS hubiera logrado el sueño de conquistar el mundo. Fue la fuerza de la llamada Guerra de la Galaxias del presidente Ronald Reagan lo que logró que la URSS cediera y se transformara.
Por eso es muy preocupante la debilidad de Obama en política internacional. Una debilidad que no debe confundirse con la intención de paz. Un ablandamiento de posiciones que solo conduce al debilitamiento de Estados Unidos y Europa y cuyo resultado será el fortalecimientos de los enemigo actuales y potenciales, lo cual al final, provocará las guerras que son causadas por la ambición y el abuso de los fuertes inescrupulosos, frente a los que se han debilitados.
La historia, gran maestra de la humanidad, nos recuerda que cuando Roma se debilitó por la división del imperio y la debilitación de sus legiones, causó las múltiples invasiones de los bárbaros que la hicieron desaparecer. De Roma solo nos quedan las ruinas.
Por lo pronto, a parte de la trampa que encierra, el recién otorgamiento de este galardón devalúa el Premio Nóbel de la Paz.
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