Foto: Bodega de San Miguel del Padrón. Enviadas por José Alberto Álvarez.
De todos los cubanos es sabido los problemas que está sufriendo la población cubana, el de a pie, el de pueblo, ese que hizo durante medio siglo tantos fines de semana de trabajo voluntario para ver una Cuba próspera, ese que ha visto que sus sueños se han convertido en pesadilla, y que su hambre de un futuro mejor, se ha convertido en el hambre del presente, y en mejor no mirar al futuro, por lo que pueda depararle.
Hoy les traigo dos fotos enviadas por un compatriota, que reflejan el pago que ha recibido el pueblo por su sacrificio, donde queda plasmada la ingratitud de un sistema inoperante, y que a pesar de lo horroroso que pueda parecer, somos capaces aún de reír, y tomarlo como un chiste, eso nos identifica ante el mundo, somos cubanos, quizás por eso el mundo, se ríe de lo que pasamos.
No es la bodega de San Nicolás del Peladero, es la bodega de San Miguel del Padrón, me dice.
Y peor aún, lo que llueve, no son precisamente aguas cristalinas, en las que nos gustaría mojar la camiseta de una hermosa cubana, y correr por los campos en una escena romántica y soñada, y atraparla, y colocarle una flor de mar pacífico sobre su cabello negro y ondulado, no, hay que correr para evitar que cuando el vecino de los altos descargue el baño, no nos quede algo desagradable colocado como una flor sobre la cabeza, o peor aún, sobre los alimentos que se venden a la población, alimentos racionados, sí, a los que ofrecieron horas de trabajo sin cobrar y sin mirar cuántas, hoy cuentan cuántas raciones le tocan, racionadas y sucias.
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