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sábado, 13 de febrero de 2010

Totalitarismo: única explicación para el derrumbe de La Habana


Foto: Joyería Trianón, Galiano, La Habana.

Por Jaime Leygonier/ Colabora con el Centro de Información Hablemos Press.

Algunas de las edificaciones destruidas en la capital por falta de mantenimiento. Foto del autor.

La Habana, joyero arquitectónico, se derrumba aplastando a sus moradores y la gente prefiere el peligro de habitar edificios que amenazan desplome, a irse a los infrahumanos albergues en que el estado oculta a quienes pierden sus hogares. No existe otra causa que el totalitarismo, quien para existir prohíbe la iniciativa y así destruye la economía.

Todos los dictadores construyen grandes obras, Castro fue la excepción. El dictador cubano filo fascista Machado (1926 - 1933) construyó el Capitolio mayor de América; Batista (1952 - 1958) no atacó las leyes económicas, su dictadura coincidió con gran prosperidad y construcciones; el comunista Fidel Castro (1959 - 2006) semejó al caballo de Atila - aunque la hierba si crece en las grietas de casas y aceras. Sus herederos son peores.

Todos los presidentes propiciaron obras públicas y favorecieron la iniciativa particular que edificó barrios residenciales, y rascacielos que en los 50 fueron los más altos de Latinoamérica.

Todo con cemento y materiales hechos en Cuba y por arquitectos, ingenieros y albañiles cubanos - y también albañiles españoles, principalmente vascos, residentes en Cuba.

La Habana fue posible por la prosperidad económica de un país que se diferenciaba de casi toda América, con excepciones como EE.UU. y Argentina, por su numerosa clase media comercial y profesional, y un sector obrero inmenso con ingresos suficientes para construir - como particulares o en asociaciones.

Foto: Placa conmemorativa en ZAPATA, 
N° 721 esquina a Hospital, La Habana.
Esa prosperidad databa del siglo XIX, bajo el colonialismo español, y la potenció la República (1902 - 1959). Cuba tuvo el primer ferrocarril de América Latina, por iniciativa privada, en 1837 -antes que España- y según placa conmemorativa colocada por el gobierno de Castro, tuvo la primera fábrica de cemento de Iberoamérica (1895).

Los mayores palacios de La Habana son el Centro Asturiano - hoy Museo de Bellas Artes - y el Centro Gallego, muestras del poder económico durante el siglo XX de los comerciantes y obreros de la inmensa inmigración española. 


El pueblo acusaba a los gobernantes de que robaban el dinero de las obras públicas, Castro descubrió que no necesitaba obras públicas y ni siquiera dinero para adueñarse de toda la riqueza: sino hacer todopoderoso al estado, y ser él "el Estado" - ahora lo son sus continuadores que esperan "el diluvio" tras Castro.

Para ser todopoderoso destruyó el comercio, la industria, prohibió el trabajo y la iniciativa. El Habana Hilton - de 25 pisos - fue construido en 1951 en el plazo de un año. En los 80, bajo Castro con sus discursos llamando a jornadas de 12 horas, demoraba 3 años la construcción pésima de consultorios médicos de 2 o 3 plantas y de 1 a 6 apartamentos.

Y Hospitales como el Miguel Enríquez - inaugurado por Castro en los 80 - llevan en ruinas unos 20 o 10 años, como la vecina antigua Quinta La Benéfica que parece un pueblo embrujado, y su reconstrucción perpetua es un agujero negro de materiales.

En lugar del "futuro luminoso" que prometió con el éxito económico del comunismo, tenemos crisis total, hambre, la mayor corrupción imaginable, muerte masiva de pacientes psiquiátricos y la mayoría de los edificios en peligro de derrumbe o con serios problemas.

Mucha gente vive en ruinas, a veces las casas se van derrumbando del portal hacia el fondo, la familia se refugia en los cuartos que conservan techo y tiende la ropa donde existió la sala. El Hospital Miguel Enríquez cierra su salón de operaciones cada año porque desbordan heces fecales por su alcantarillado tupido, y en el departamento de Otorrinolaringología del Hospital Docente Diez de Octubre - antigua Quinta Dependiente (otro ruinoso centro de horrores con los enfermos) - hace meses que posponen la operación de una larga lista de pacientes porque se derrumbó un pedazo de techo de su salón de operaciones.

La gente escribe cartas al gobierno para que éste les repare su edificio o les venda materiales para repararlo, pero el gobierno ni puede ni quiere, salvo para oficiales de la policía y el ejército y la gente pierde su hogar o lo repara en la única forma posible: comprando materiales robados, por ejemplo, a sus hospitales en ruina perpetua.

El Gobierno - pésimo casero que confiscó los edificios, cobró los alquileres y los dejó destruirse - no contesta o dice que no tiene materiales pero que "el edificio de ustedes tiene el número 1 - o el 2 - en la lista municipal para repararlo"; y la condición de "delincuentes" de quienes reparan le sirve para amordazarlos políticamente.

Y hasta para emplearlos como instrumentos de agresión a los opositores: Porque reparar es un privilegio otorgado a militares, funcionarios, chivatos y ¡clérigos! - Las iglesias que ostentan sumisión o colaboración con la tiranía son premiadas por ésta, con autorización para repararles templos tras el pago de ingentes sumas en dólares o euros. 
Foto: Edificaciones para 
militares y miembros del PCC.
Y hasta de pretexto para encarcelar a cualquiera, como hicieron con el luchador por los derechos humanos Dr. Darsi Ferrer, preso sin juicio desde el 21 de julio por los escasos materiales con que reparaba su minúsculo apartamento.
El totalitarismo culpa a los villanos de su película: los perversos yanquis. Pero todos saben que son ellos. "No hay materiales", dicen, pero los hubo a fines de los 80 para construir el separador central de la avenida de Rancho Boyeros por razones de seguridad paranoica de Castro.

Entonces, la censura prohibió a la revista Opina publicar un cálculo de cuantos cientos de miles de viviendas podían repararse con los materiales gastados en el separador central. Menos publicó nadie, el dispendio de construir refugios antiaéreos inútiles para la invasión americana de Reegan.

En 1991 Castro construyó estadios e instalaciones deportivas pésimas para acoger a los juegos panamericanos de 1992. En discursos mencionó a las necesidades de viviendas justificando el gasto con que los juegos darían ganancias al país y que podrían emplearse en construcciones para el pueblo.

Dijo además, que el pueblo se beneficiaria de esas instalaciones. En realidad después de los juegos permanecieron cerradas o subutilizadas y en mal estado.

En los '90 construyó hoteles en toda la Isla, muchos, como los de Monte Barreto, permanecen desiertos casi todo el año. Y una red de túneles de hormigón para "el futuro metro de La Habana" y refugio antiaéreo,- que el pueblo afirma son para encarcelar multitudes - o exterminarlas discretamente - si ocurre una rebelión popular.

Uno de los hoteles, el Parque Central - de N.H.-, es un adefesio arquitectónico que aprovechó los muros de una manzana de edificios históricos del siglo XIX, derrumbados por la negativa estatal a repararlos - como le solicitaron sus habitantes durante 30 años escribiéndole cartas para que les salvara sus hogares.

La gente no lo merece: trabajan, procuran reparar o ampliar. A veces levantan un pedazo de muro y la falta de recursos les impide continuar. Aprovechan los ladrillos viejos y el polvo de los derrumbes para construir.

En medio de un portal lleno de escombros y materiales, alguna mujer ¡limpia! y cultiva plantas en baldes viejos porque sueña con tener su casa "como es debido". Otros, derrotados, impotentes, se tiran boca arriba a ver cómo se les derrumba la vida.

El Gobierno no puede remediarlo, el pueblo no puede remediarlo, la civilización retrocedió tanto, que bajo "Castro's" ya no pueden existir ciudades; las casas se derrumbarán como el gobierno, y cualquier huracán en La Habana multiplicaría los desastres de los que asolaron Pinar del Rio y Baracoa.

No por gusto, lo primero que envió el Gral. Raúl Castro a Pinar del Rio y Baracoa asolados, no fueron plantas potabilizadoras ni alimentos, sino soldados con armas largas: El problema de la vivienda es un desastre nacional que empuja fatalmente al estallido o a una involución a la barbarie.

Foto: La gente se fabrica con los escombros y aprovechando los muros que sobrevivieron. Esquina de Durege y San Leonardo, Stos. Suarez.


Foto: Portales de Primelles, el Cerro.


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