La diatriba del presidente de Bolivia, Evo Morales, contra los pollos y los alimentos transgénicos, a los que atribuye efectos perniciosos para la sexualidad de hombres y jovencitas y un aumento de los calvos en el mundo, le ha valido un aluvión de críticas y calificativos como ignorante y homofóbico.
Los más enojados son los colectivos de homosexuales, pero la industria avícola y la de alimentos procesados, la Coca Cola y los productores de papas de Holanda tampoco tienen motivos para estar contentos.
Morales se despachó ayer a gusto contra todos esos productos al defender la alimentación tradicional y arremeter contra el capitalismo en su discurso de inauguración de la Primera Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático.
"El pollo que comemos está cargado de hormonas femeninas. Por eso, cuando los hombres comen esos pollos, tienen desviaciones en su ser como hombres", sostuvo Morales, quien aseguró que por eso él solo come pollos "criollos", alimentados y criados naturalmente.
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