Por Jaime Leygonier/ Hablemos Press.
Ciudad de la Habana, 25 de abril._ El "sistema electoral cubano" supuestamente elige un aparato de no-gobierno (como los no-cumpleaños de Alicia en el País de las Maravillas) el "Poder Popular", que en el barrio tiene la función de servir de cabeza de turco de las quejas, con "delegados" que nada pueden resolver porque el verdadero poder lo tienen los jefes de empresa y organismos que nadie eligió y son nombrados por el verdadero Estado.
Los delegados son el colchón entre el Estado y el pueblo. El pueblo pide soluciones pequeñas como una llave de paso, una tapa de tanque de agua, reparaciones, ya se aburrieron desde 1976 de pedir imposibles, como que el pan no lo hagan tan malo.
Los delegados, en el triste papel de recaderos deben solicitarlo a los jefes de empresa, quienes los otorgan o no. Nada o muy poco resuelven. El Estado gana en que culpen al delegado y no a él, y los delegados ganan concluir su "mandato" desprestigiados y con sus casas reparadas y bonitas.
"Arriba", la Asamblea Nacional del Poder Popular, menos que la corte de un zar es una claque que el glorioso consejo de ancianos reúne dos veces al año a aplaudir y aprobar todo, unánimes sin el menor debate, como en vida de Fidel Castro. -Bueno, vive: según el cartesiano, o castrociano: "Reflexiona en la prensa (y algunos cuentan que lo vieron) luego existe".
Si las "elecciones" en el barrio son más o menos comprensibles, no hay quien las entienda cuando son para la Asamblea Nacional, cada 5 años, pues si la gente votara por uno u otro, ninguno obtendría los votos reglamentarios para validar su elección.
Así ocurrió una vez, nudo estrictamente matemático que cortó Castro I con disponer "el voto unido": "Votar por todos porque todos son buenos"- es decir, elecciones para no elegir, sino votar "por todos" sin elección.
Sólo se comprende cuan incomprensible es todo, cuando la prensa y los discursos intentan explicarlo y bajo toneladas de sofismas perfumados sale el mal olor de la verdad: En este "sistema más democrático del mundo" no existe ningún sistema de elecciones, ni "delegados", ni "parlamento cubano".
El pueblo lo explica breve y perfectamente: "Mandan ellos". ¿Quiénes? "¡Los que mandan!". Juzga ocioso menos laconismo y, si le exigimos explique, agregará: Los "vive bien", "los yimbe" (de mayimbe voz de origen africano devenida sinónimo de jefe indiscutible y guapo).
Hace pocos años decían: "Fidel es el que manda, el caballo (el numero 1) el mayimbe. Fidel es el que más méa (referencia zoológica al macho que marca el territorio levantando la pata) pero desde que "YO EL SUPREMO" desapareció y vino envuelto en sus cargos un príncipe heredero que no gusta decir "YO”, sino diluirse en el "nosotros", la gente los define como "Ellos", contrapuestos a "nosotros", "los de abajo". ¡Y hasta discursos y periódicos ponen aparte al Gobierno y al pueblo!
Pero no importa lo que piense y diga la gente, cuántas gestiones estén haciendo para emigrar a E.E.U.U. y cuan perjudicados se sientan por la "Corporación ellos", aun van a "votar" cuando lo mandan, y explican que lo hacen por miedo, principalmente a que por no "votar" les perjudiquen a sus hijos jóvenes o niños.
Muchos agregan que su voto no importa, todo seguirá igual y no vale la pena el riesgo de negarse. Sé de una señora que afirma que por ser muy espiritual desdeña tanto la sucia política que… le da igual y vota por el primer nombre de la lista.
Las vísperas, una vecina me dijo sin que yo le preguntara nada: "Yo no iría a votar, pero tengo a mi hijo… ¿Y si me lo perjudican?"
El domingo 25 de abril "eligieron a los delegados municipales"- que nadie conoce ni verá jamás - y un hermano católico, a quien le sube la presión cuando habla de "ellos" y "de la situación", me dijo:
- Hoy serví de confesor a todos los de mi cuadra que iban a votar (Los cubanos hablamos por parábolas y nos entendemos).
- Sí. Me asomé temprano y vi desfilar a mis vecinos que iban a votar: "Buenos días", "buenos días", y varios se pararon a darme explicaciones que yo no pedí: "Yo no iría a votar, pero ¡imagínate!, capaz de que me boten del trabajo" o "mi hijo estudia" o "mi hijo trabaja en tal organismo." !Hasta unos que trabajan en el Arzobispado! Y ¡uno que es ciudadano español!, o al menos dice que lo es. La mandadera que habla mal constantemente del Gobierno, peor que yo, pasó tempranito como escondiéndose de mí, a esa si "la sazoné": ¡Fulaaaana! ¡Tuuuuú vas a votaaaar!". Y ella avergonzada: "¿Sabes? Yo lo hago por no perjudicar a mi nieto". "Yo también tengo nietos y no voto".
Este "confesor" no absuelve a sus vecinos. La Iglesia sí es comprensiva: Cuba es el único país del mundo en que los obispos y sacerdotes no aconsejan votar contra candidatos abortistas o, tan sólo, votar siguiendo a la conciencia.
Según las cifras de votantes ¡hasta los 70, 000 testigos de Jehová votan por el comunismo! Uno me explicó que votan por obediencia al Estado pero echan la boleta en blanco.
Cada vez son más los cubanos que no asisten a "votar" y muchísimos más los que asisten y anulan la boleta garabateándola, algunos escribiendo insultos, o la entregan en blanco.
Esto último conveniente a las mesas electorales que las llenan como les parece. Un opositor me contó hace años que presenció un conteo de votos en que a una boleta en blanco la examinaron a contraluz y discutieron largamente si un punto casi microscópico era marca del papel o la marca del votante, y de cuál de los dos nombres de candidato estaba más cercana.
La astucia de Castro en 1976 de dar "derecho al voto" a partir de los 16 años de edad, para garantizarse el voto de una masa de adolescentes adoctrinados, se vuelve contra el régimen, pues los adolescentes son los que hoy anulan más boletas. Y alardean de ello.
Este 25 el Gobierno, inusualmente, declaró que hasta las 3 de la tarde solamente había ido a votar un setentaitanto por ciento.
Luego publicó que a las 5 de la tarde había votado el 93.45%. O la gente está ya muy cansada y aumentó el abstencionismo o el Gobierno decidió engañar con cifras más creíbles que sus acostumbrados 99.99%.
Jamás informan el número de boletas en blanco y anuladas como protesta.
El alma de esclavo fue bien remachada durante 50 años en muchos, creándoles miedo cerval a represalias.
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