Barcelona/ Mambí en A/ El juez Baltazar Garzón ha sido premiado en la Universidad de Ciencias Políticas de París con el premio de la Libertad y la Democracia René Cassín, por su lucha contra los crímenes de la humanidad.
Entre sus grandes méritos está el haber dictado orden de detención contra Pinochet. Y entre los deméritos imputados por la justicia española, el de querer investigar los crímenes del franquismo.
El mundo observa con lupa a España, no tan solo por la crisis económica que padece, sino por la crisis judicial. La primera se resuelve con esfuerzo y sacrificio, con trabajo, con tesón. La segunda, es un poco más complicado de resolver, esa preocupa mucho más al resto del mundo, pues se supone que los países desarrollados, los del primer mundo, deben exportar la democracia, pero para ello, tienen que ser primero democráticos y justos.
Que la justicia española suspenda de sus funciones a un juez cuyo mérito ante el mundo es premiado y aplaudido por unanimidad, es más que preocupante. Algo debería hacer la Comunidad Europea, o la ONU, o la Corte Internacional de Justicia. Tantos mecanismos para velar por los derechos humanos, por la pureza de una justicia, que hoy España mancha condenando a un juez cuyos méritos y dedicación son ejemplo para su profesión.
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