Los sindicatos de España, como hidalgos mosqueteros, empuñan sus floretes para enfrentar los injustos recortes sociales en defensa de los más débiles y desfavorecidos, los obreros y trabajadores. Esta actitud es digna de reverenciar.
Lo que es incomprensible, es el daño que les causa el trópico. Será el inmenso calor, el largo viaje, la elevada humedad relativa, hay que investigarlo.
Los trabajadores cubanos trabajan por míseros salarios que no les da tan siquiera ni para vivir una semana del mes trabajado.
Cuando trabajan para firmas extranjeras, sobre todo españolas, que son las que más abundan por Cuba, el salario ingresado por la firma lo percibe el gobierno de la dinastía Castro, dándole al trabajador una miseria en comparación con su producción realizada.
Sin embargo, en Cuba, estos hidalgos mosqueteros se desgarran sus vestiduras hasta convertirse en harapientos e inmundos lacayos al servicio de un gobierno que se mantiene en el poder reprimiendo, encarcelando y esclavizando a todo un pueblo.
Las medidas de Rodríguez Zapatero en realidad son injustas, y no son justificadas, pues su gestión en el gobierno de haber sido oportuna y eficaz, no hubiese colocado a España en la situación crítica en que se encuentra.
Pero estas medidas, al lado de la Dinastía Castro y los 51 años esclavizando al pueblo cubano, son sencillamente una minucia. Por lo que es verdaderamente incomprensible que alguien pueda ser Hidalgo y Lacayo a la vez.
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