La luz de la esperanza
Por: Martha Beatriz Roque Cabello
Cada viernes, el periódico Granma, Órgano Oficial del Partido Comunista de Cuba, dobla el número de páginas, que el resto de la semana es de ocho. De ellas hay dos, que desde hace algunos meses, están dedicadas al “debate” de cómo solucionar los problemas de la economía en el país. Semanalmente se publican cartas, con opiniones, todas sin salirse de la regla socialista, y algunas de ellas, si no fuera por la situación tan difícil por la que atraviesa el país, moverían a risa, porque demuestran una ignorancia total de lo que está sucediendo.
En resumen, la mayoría de los que dirigen sus misivas al periódico, abogan por soluciones que van, desde privatizar algunos servicios y producciones, claro se proponen niveles muy bajos, en los que nadie pueda hacerse rico; hasta colectivizar o convertir en cooperativistas a algunos trabajadores. Pero todas son recetas dentro del “socialismo tropical” y sobre todo de personas que apoyan al gobierno y hacen estos planteamientos muy tímidamente.
Algunos se refieren a modelos económicos como los de China y Vietnam, con la particularidad de que el Estado ponga coto al problema de los impuestos y centralice el abastecimiento de materias primas e insumos para mantener la “equidad”.
En lo que si coincide la mayoría -casi absoluta- es que hay que hacerlo con calma, tal y como ha dicho Raúl Castro en sus discursos.
Sin embargo, los que están fuera de este contexto de complacencia con el régimen, saben que la situación existente en el país no puede esperar, porque cada día que pasa el deterioro crece y no sólo el descalabro económico, pero sí el social y político. Esta es una sociedad enferma, que no requiere de curitas para solucionar los problemas, hay que extirpar el mal de raíz, y trabajar muy duro para que el ser social se convierta nuevamente en lo que fue: hombres y mujeres con conciencia nacional, que trabajaban para labrar su futuro y el de su familia. Generaciones enteras que trasladaban sus valores a las siguientes, entre ellos el amor a la Patria y a lo cubano.
De seguir el deplorable estado social por el que atravesamos, Cuba podría transformarse en cualquier cosa, alcanzaría pasar por situaciones sociales tan difíciles como las que atraviesa México, se pudiera esperar cualquier tipo de descomposición, más allá de la que en estos momentos se evidencia.
Y no es una reacción alarmista, pero sí un llamado a concientizar la realidad. Los seres humanos no asimilan los cambios psicosociales rápidamente y prueba de ello es que han transcurrido más de tres generaciones en nuestro país, para llegar a este estado de daño en la población.
La lista de los malos hábitos de convivencia es interminable. Dentro de cada cubano, en la medida que han avanzado los años, se han ido engendrando males como: la vagancia, la irrespetuosidad, la mentira, la falta de ética, la chivatería, todos son parte de una forma de vida que va acompañada del cansancio y la falta de esperanza.
Estamos hablando de una PEA (Población Económicamente Activa), de unos 4 millones de personas, de la que sobra más de un millón -según los cálculos oficiales- pero la realidad permite afirmar, que muy pocos de los que trabajan crean bienes y servicios, debido precisamente al mal de la vagancia, que el propio sistema ha cimentado en la masa de trabajadores, y que hace que una gran parte de los que laboran, quieran “resolver” algo de comer para llevarse a la boca ese día.
Por otra parte los hábitos de respeto están perdidos en un número considerable de jóvenes e incluso en otros que ya no lo son tanto. El “idioma callejero” ha sustituido en algunos barrios el español. Y se sabe de la necesidad de introducir nuevos vocablos para que la lengua no muera, pero no de índole chabacana.
La necesidad de viviendas; de sitios de esparcimiento, tanto para vacacionar, como para dar un paseo e incluso salir de noche; el que no existan lugares públicos para que las parejas hagan el amor; son algunos de los factores que han dado al traste con la falta de ética, algunas personas han perdido el camino de lo que es moral.
El enfrentamiento en los barrios, centros de trabajo, escuelas, con el fin de obtener algunos de los miserables beneficios que el gobierno concede, tales como: teléfonos, televisores, autos estatales asignados, viajes al extranjero, carreras universitarias, etc., exacerban el nivel de chivatería, que se ha venido inculcando a las personas en todos estos años.
Todas las escaseces y los sacrificios que la mayoría de los cubanos tienen por delante, los lleva a una forma de vida que se manifiesta como el que traslada un pesado fardo en los hombros. Las 24 horas del día no alcanzan para resolver la cantidad de problemas acumulados que la mayoría de las personas y la familia -en general- tienen. Es como un túnel sin salida, que aunque mucho se camine no se pierde la oscuridad, al final no se ve la luz de la esperanza.
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