Barcelona/ Mambí en A/ El fatídico accidente que ha provocado el mayor derrame de petróleo de la historia (aún sin sellar el pozo), ha generado una marea negra que augura una catástrofe ecológica sin precedentes históricos.
Si el ascenso a la presidencia de la primera potencia económica de nuestro planeta de un negro, Barack Obama, llenó de esperanzas a las corrientes democráticas de todo el mundo, la actual noticia desalienta a toda la humanidad, y nos retrae, como casi todas las noticias de la actualidad, a la Antigua Roma, a las barbaries que se cometían antes de nuestra era (ac) y después de nuestra era (dc), y por qué no, de las predicciones de los brujos y supersticiosos que en su época, usaban los acontecimientos fortuitos y no tan fortuitos, para intentar predecir el camino a seguir a fin de salvaguardar a los pueblos.
Y es que al juego de palabras de que una marea negra augura un negro porvenir, se le pudiese añadir, que le toca al primer presidente negro de los EEUU, vivir el que quizás sea el mayor daño ecológico de la historia causado por su país en su primer año de mandato.
No podría tenerlo más difícil Barack Obama, o quizás no. Quizás ha llegado el momento de que alguien decida cuál será el combustible que moverá el mundo para evitar que continuemos autodestruyéndonos.
Paradójicamente los blancos escogieron el combustible negro, el que ha traído tanto desarrollo a nuestro planeta, pero también tanto daño. Solo faltaría ver (a lo mejor así justificaría el Premio Nobel regalado), si impulsa a la humanidad a la útilización de un combustible blanco que mueva al mundo, y que no traiga tanto daño para nuestro eco-sistema, y así, en lugar de merecer el desvalorado Premio Nobel, se hable por los siglos de los siglos de Barack Obama, como de Espartacos, por ejemplo.
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