Si las protestas realizadas por la llamada “Campaña por la misma moneda”, ya había recogido sus frutos al frenar el auge de establecimientos en moneda libremente convertible, obligando al gobierno a mantener el consumo en la moneda nacional (la que percibe el trabajador y el obrero), ahora se le suma otro, el derecho de los agricultores a comprar insumos para el desempeño en su labor.
Estas concesiones hacia un modo de producción capitalista, en la que el agricultor tiene que invertir su dinero en los medios de producción para poder desempeñar su actividad con mayor productividad, son cambios pálidos pero importantes, que reflejan que la presión de la oposición, la disidencia y el pueblo en general, pueden lograr los cambios necesarios para una Cuba Libre y Democrática.
Este método capitalista garantiza que solo comprará más insumo aquel que es capaz de obtener una mayor producción. Lo contrario del método socialista, y aplicado desde hace 51 años, en que el estado era el que asignaba la cantidad de insumos, adquiriendo la misma cantidad, el mayor y el menor productor, afectando el aumento de la productividad en detrimento del desarrollo social.
Solo faltan las garantías jurídicas que resguarden al inversor del expolio por parte del estado. Garantías, como todos saben que en Cuba no existen.
Por tanto, hay que continuar la guerra hasta ganar todas las batallas. Detenernos en un triunfo, nos puede llevar a perder la guerra.
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