Por: Martha Beatriz Roque Cabello.
En uno de los párrafos de “La Historia me Absolverá”, su autor Fidel Castro, dice: “Nosotros llamamos pueblo si de lucha se trata, a los seiscientos mil cubanos que están sin trabajo”, en aquel momento alrededor del 12% de la población. Ahora 50 años después vuelve a considerarse esta posibilidad, con todas las personas que sobran en el país, y que en un momento determinado tendrán que quedar sin poder tener ubicación laboral.
Las líneas que siguen en el antes mencionado documento, ya dejan de ser coincidentes: …“deseando ganarse el pan honradamente sin tener que emigrar de su Patria en busca de sustento”, porque una gran parte de los cubanos desean abandonar el país. Ha sido todo un proceso de desaliento el que los ha llevado a pensar de esta forma, y sobre todo la búsqueda de un futuro, que ven completamente perdido dentro de la isla.
Este escrito, que es considerado histórico por la alta jerarquía del país, debería ser objeto de estudio por los jóvenes de hoy, porque es la real expresión del engaño, la mentira oficiosa y la burla a la que ha sido sometido el pueblo cubano por todos estos años. Pero a la vez ha sido la guía para la acción de los que dirigen el país; todo el tiempo han tenido esta misma línea.
Algunas personas -sobre todo cubanos en el exilio- piensan que si el pueblo sale a las calles el régimen terminaría. Y no es que estén desacertados en sus pronósticos, porque el protestar de forma pública masiva, con la situación actual, aceleraría el final del proceso, pero no es definitorio para recobrar la libertad.
A estas alturas, no es necesario que la sociedad se arriesgue a que haya unos cuantos muertos, ya que sin lugar a dudas el gobierno sacaría a las calles las Tropas Antimotines y todos los equipos que ha adquirido para esta contingencia e incluso hasta los tanques de guerra. Una gran parte de los trabajadores cubanos, están haciendo -sin saberlo- algo mucho más drástico: están en huelga de brazos caídos y se mantendrán así hasta que haya un cambio radical en el país, no es que pidan reivindicación de forma abierta, lo hacen destruyendo poco a poco los llamados “logros” de la Revolución.
Es que los cubanos han sido educados durante todo este tiempo en la demagogia, y es por eso que muchos tienen la argucia de decir que trabajan. Sin embargo, aquí muy poca gente suda la camisa, y eso es una “enfermedad” que han adquirido del sistema, porque el Estado quiso ser paternalista, utilizando el método de concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, para tratar de mantener el poder. Algo así como el juego del bueno y el malo. Las consecuencias se están pagando en estos momentos, las nuevas generaciones han adquirido todos los malos hábitos que están afectando a la sociedad en su conjunto y que no tendrán solución en el corto plazo, aunque haya un cambio drástico en la forma de conducir el país política, económica y socialmente.
Ni por un momento se puede pensar que esta situación se va a resolver, al contrario, se agudizará más cada día. Sólo hay que echar una mirada retrospectiva a los recién terminados Congresos de los Agricultores Pequeños y la Construcción. Ambos son el ejemplo vivo del gran desastre que se ha creado en el país, no hubo forma de ocultar ninguna de las dos situaciones, una y otra rama de la economía padece, al igual que el resto, de la enfermedad llamada “socialismo tropical”, han quedado totalmente infestadas de la desidia gubernamental y no se ha inventado todavía la vacuna contra semejante virus.
En ambos cónclaves los altos dirigentes sacudieron sus hombros y miraron con desprecio hacia abajo, responsabilizando a otros de los problemas que surgen devenidos de las malas políticas estatales. Los campesinos, los transportistas, los almaceneros, los que preparan la mezcla, todos cargaron sobre sí la responsabilidad de lo mal hecho, y hasta la Sección Sindical a pie de obra, en el caso de la construcción. Ninguno de los ministros o jefes a altos niveles consideró siquiera la idea de decir que los problemas que se analizan, una y otra vez, de reunión en reunión, son engendrados por el propio sistema.
A los dirigentes de base los han enseñado a justificar, por eso argumentan lo explicable y también lo que no tiene excusa, es como hacer y volver a hacer el cuento de la Buena Pipa1.
Puede ser que el gobierno en breve adopte medidas drásticas para tratar de salir de este atolladero en que se encuentra, pero serán totalmente impopulares y los que se mantienen trabajando al servicio del Estado tomarán sus contramedidas, para tratar de conquistar espacios vírgenes, que les permitan vivir y de esta forma crearán en algún tiempo nuevas situaciones contradictorias, como se ha hecho hasta ahora.
Ciudad de La Habana, 31 de mayo de 2010.
1Historia infantil que a la respuesta de: ¿Quieres que te haga el cuento de la Buena Pipa? Contesta nuevamente: Yo lo que te pregunto es ¿Si quieres que te haga el cuento de la Buena Pipa?
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