Elecciones democráticas en Cataluña
La insatisfacción de la satisfacción
Por Francisco Sau Boíx.
Esta mañana he tenido la satisfacción de ejercer mi derecho al voto en Cataluña, España. Temprano en la mañana, con libertad de ideas, con libertad de opinión, con libertad de decisión, y con el derecho que me da el tener la nacionalidad española por descendencia, he llegado al colegio electoral que me fue asignado, he pedido el último, solo dos personas por delante. Le doy el último a un hombre de un poco más de treinta años, detrás de él una señora mayor, que saluda a la señora que tenía delante de mí, diciéndole:
_ ¿Qué tal? Menos mal que hay pocas personas.
_ Bueno, cada año son menos (le responde esta refiriéndose al alto número de abstenciones en elecciones anteriores, es decir, los que no ejercen su derecho al voto).
Yo, ni corto ni perezoso, me entrometo con educación en la conversación aprovechando para transmitir el mensaje que como buen cubano he convertido en tarea obligatoria, mi credo.
_ Así es la vida, unos que luchan y hasta mueren por la democracia, y otros que la tienen y no hacen uso de ella. Miren, soy cubano, y tengo también la nacionalidad española, y vengo a ejercer el derecho que en mi país se me niega. Ya ven, en Cuba, Fidel se retiró y colocó en su silla a su hermano, sin consultar al pueblo tan siquiera si estaba de acuerdo con esa sucesión dinástica. No entiendo como hay personas que no disfrutan de vivir en una democracia, y lo peor aún, que después critican por la calle al gobierno por esto o lo otro. Pero además, lo más asombroso es la amplia gama de partidos que hay para escoger.
El hombre que me sigue en la cola, me responde:
_Así es, sobre todo la juventud no es muy dada a participar.
En ese instante ya me pedían mi DNI desde la mesa electoral.
Es cierto, la juventud no es muy dada a participar en las votaciones, pero también he escuchado a personas muy mayores diciendo que ellos no votan, eso es peor aún, porque la juventud, sobre todo los más jóvenes, por lo general no han vivido lo suficiente, o sufrido lo suficiente, para tener una conciencia de la importancia que tiene el que un buen gobierno es aquel que garantiza el bienestar de un colectivo de ciudadanos, y que a través del voto, el pueblo decide qué gobierno es el que los administrará, pero además, son los más mayores, los que deben enseñar a los más jóvenes la importancia de la participación ciudadana en los comicios electorales.
Después de presentar mi DNI, introduje mi voto en la urna electoral. Con placer, me despedí de la mesa electoral, no sin antes darles las gracias, además, por la foto que le hice a la mesa que contenía los pequeños grupos de papeletas de los diferentes partidos, por supuesto que no los conté, qué importancia tiene cuántos son, veinte, treinta, el número no importa, lo que importa es que existen muchos partidos.
Salgo del local, abrigado por el frío, estamos a finales de noviembre. Tengo 400 metros hasta mi coche, me agrada caminar, de siempre. Me imagino que mi rostro reflejaría la satisfacción del placer que me produjo el haber ejercido mi derecho al voto, la satisfacción que produce el vivir en una sociedad democrática, donde se tiene en cuenta la opinión ciudadana, la voluntad ciudadana.
Por el camino voy observando el paisaje invernal. Las hojas de los árboles caídas por toda la calle son arrastradas por débiles ráfagas de viento de cuando en cuando. Aún es temprano, y no hay muchas personas en la calle, además es domingo. Voy disfrutando de todo cuanto me rodea, y comienzo a pensar en todo y cuanto pienso cada día, Cuba, los cubanos, mi patria, mi país, mi pueblo.
¿Cuándo habrán elecciones democráticas en Cuba?, me pregunto a mí mismo, y me respondo: primero tendrán que legalizar diferentes partidos, para que pueda haber elección. Y entonces pienso en Orlando Zapata Tamayo, un hombre lleno de vida, que la entregó por negarse a vivir como esclavo de un Partido único, esclavizado por una dinastía de más de medio siglo. Su madre, Reina Luisa Tamayo Danger, que es acosada, golpeada, vilipendiada, insultada y humillada.
Pienso en Yoani Sánchez, que le niegan salir de Cuba para recoger los numerosos premios otorgados por su labor periodística y comunicadora.
Pienso en Raudel Collazo Pedrozo, el cantante de Eskuadron Patriota, que además de ser un gran patriota, es un gran poeta, las letras de sus canciones son escritas por el mismo, y cuya carrera se ha empeñado en tronchar el régimen totalitario y dinástico impuesto por Fidel Castro.
Un gobierno que le corta las alas a la juventud que no le rinde pleitesía, a la juventud irreverente, a la juventud con carácter y decisión, solo le da alas a la juventud que no quiere volar, por eso es un régimen condenado al fracaso.
Pienso en los presos políticos desterrados, en Oscar Elías Biscet, en Guillermo Fariñas, en Oswaldo Payá, en los balseros fallecidos en el Golfo de México, y en ese instante, llego a mi coche, abro la puerta, me siento, introduzco la llave, y me quedo un rato pensando, y entonces caigo en la cuenta, la insatisfacción que me había producido la satisfacción de haber ejercido un derecho que le es negado a mi pueblo. Estoy seguro que mi rostro reflejaba en ese instante esa insatisfacción, ya el domingo invernal no me era tan agradable, y tan solo bastaron 400 metros para cambiarme el rostro y el estado de ánimo.