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martes, 7 de diciembre de 2010

En busca de un espacio

Por Aimée Cabrera.
La Habana vive un dinamismo sin igual. Los que la habitan y quieren ser trabajadores por cuenta propia buscan el local, abierto o cerrado, que les brinde la oportunidad de vender sus mercancías u ofertar sus servicios.
Los periódicos capitalinos son ahora más novedosos, al publicar de manera sistemática una serie de temas relacionados no solo con el cuentapropismo, sino con otros aspectos económicos y sociales.
Según las posibilidades de estos nuevos trabajadores, se les puede ver en un portal, en la entrada de una casa, o sentados en una acera ancha y exponiendo las mercancías encima de una tarima, y hasta encima de un canapé de lona, como el utilizado por un hombre en un punto céntrico de San Miguel del Padrón.
Manolo arrastra su carretilla en la cual lleva potes con comida y frascos con refresco, tapados con una tela limpia de cuadros. Este chef privado es esperado con ansiedad en varios centros de trabajo cercanos a su casa. “Ya no me tengo que esconder, tengo mis papeles en regla”-dice el anciano que antes vendía alimentos con la incertidumbre de ser multado por un inspector.
Hasta el momento, según cifras brindadas por la prensa oficial, el gobierno ha otorgado más de 29 000 permisos para trabajar como cuentapropistas en pequeños negocios particulares, y se prevé que serán incluidos muchos de los trabajadores que quedarán desempleados a partir del proceso de reducción de plantillas infladas.
Estadísticas del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) apuntan que la autorización ha sido dada a 29 038 personas, mientras 16 265 están en proceso, y otras han solicitado información al respecto. De las cuales el 20% pertenecen a los elaboradores y vendedores de alimentos, y un 6% han sido otorgadas a los choferes que transportan pasajeros, quedando un 1% para los arrendatarios de viviendas, habitaciones y espacios.
Para el conocimiento de quienes quieren aumentar la cifra del 1%, el diario Granma en su edición del 29 de noviembre detalló las diferencias establecidas entre habitación y espacio; definiendo a la primera como el local dedicado a dormitorio, con acceso o no al baño, cocina, pasillo, sala o comedor; mientras que espacio es el destinado a sala, saleta, corredor, patio, jardín, azotea, terraza, garaje, piscina, y otros que son parte de una vivienda, los cuales son arrendados para brindar servicio directo o para actividades por cuenta propia, de quienes pueden no pertenecer al núcleo familiar donde radica dicha morada.
Ahora se ven otros muchos portales donde se venden libros, artículos para fiestas infantiles, mercancías relacionadas con la religión Yoruba, y otras tantas ofertas. Las caras de los vendedores suelen ser nuevas, de lo que se deduce que muchos otros lo hacían de manera ilegal.
No obstante lo positivo de esta apertura, aún quedan puntos gélidos como el que tiene que ver con los productos que debían ser vendidos por el estado a los cuentapropistas, motivo por el cual algunos trabajos aparecidos en la lista como aprobados no están autorizados a realizarse por el momento, pues la materia prima solo podría adquirirse en el mercado negro.
Un joven profesional emplea su tiempo libre reparando calzado, actividad que realiza con calidad y eficiencia. Ahora se ha limitado a aceptar clientes conocidos y admite que “con mi sueldo y lo que me “busco” aquí en mi casa no puedo asumir los pagos de los tributos, y además tener dinero para conseguir “el baje” (pegamento), suelas y otros productos que son muy caros. De veras que no es fácil, por eso lo tengo que hacer “por la izquierda” (ilegalmente) –agrega mientras termina de despegar la suela de una zapatilla.
La duda y la inestabilidad se dan la mano en la actualidad. El modelo cubano imperante por más de 50 años demuestra ser un fracaso, debido a lacras como el centralismo, el paternalismo y el demoledor burocratismo que, junto a otras, frenan por todas partes el desarrollo del país.

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