Su Santidad:
Mi nombre es Alejandrina García de la Rivas, esposa de uno de los once prisioneros de conciencia que permanecen en las cárceles cubanas por no querer salir de su país.
Hoy, primero de febrero, hace once días que me abstengo de ingerir alimentos para demandar al gobierno cubano que cumpla con el acuerdo al que llegó con la Iglesia Católica en este caso Su Eminencia Cardenal Jaime Ortega, de liberar a todos los prisioneros que fueron detenidos en 2003.
Desde la prisión Combinado del Sur, en la provincia de Matanzas, mi esposo nos ha comunicado que ha decidido abstenerse de ingerir alimentos para sumarse a este reclamo.
El pasado año comenzó un proceso de diálogo la Iglesia Católica con el gobierno cubano, en el que también se involucró el gobierno español, me alegró mucho esto porque es algo nuevo para los cubanos. En el marco de este diálogo el Arzobispado de La Habana anunció un acuerdo con el gobierno cubano el 7 de julio de 2010 que llevaría a la liberación de estos hombres en un plazo de cuatro meses, cuyo plazo se venció el pasado 7 de noviembre de 2010, hoy dos meses y veinticuatro días del vencimiento de este plazo aún no ha concluido la excarcelación.
Pido a usted su atención a lo que nos está sucediendo, pido sus oraciones y que interceda ante estas gestiones que están faltas de transparencia.
He dado este paso ante el silencio del gobierno y de su Eminencia Cardenal Jaime Ortega; repito su mensaje en la carta Predica sobre la Esperanza a los cristianos, hay que hacer lo que es justo, teniendo en cuenta sus propias exigencias y su finalidad. Eso sigue teniendo sentido aunque en apariencia no tengamos éxito o nos veamos impotentes ante la superioridad de fuerzas hostiles. Así por un lado, de nuestro obrar brota esperanzas para nosotros y para los demás.
Su bendición le pido Su Santidad.
Alejandrina García de la Rivas, esposa del prisionero de conciencia Diosdado González Marrero.
Información sobre Alejandrina G. de la Rivas por Martha Beatríz Roque Cabello.
El día 3 de febrero de 2011 Arnaldo Ramos Lauzurique y Martha Beatriz Roque Cabello visitaron a Alejandrina García de la Rivas, en el poblado de El Roque, municipio de Perico, provincia de Matanzas, a unos 175 kilómetros de La Habana.
El poblado donde vive Alejandrina está después de la prisión de Canaleta, y antes de llegar al mismo hay aparcado un auto patrulla y una motocicleta, con oficiales de la Policía Nacional Revolucionaria y la Seguridad del Estado, que pidieron los documentos al chofer del auto que los conducía y a cada uno de ellos el carné de identidad.
El pueblo es muy pequeño, las calles no están asfaltadas y en la entrada del camino de ella había otro auto patrulla.
En la casa estaba Alejandrina, en su séptimo día de huelga de hambre, se le ve más delgada y débil, pues solo toma agua cada una hora, un poquito. La acompañan sus hijos, una prima, una tía, la hermana de Diosdado y algunos disidentes de Matanzas. También estaban Saylí y Sonia, hija y esposa de Félix Navarro, uno de los presos de los 75 a los que no se les ha excarcelado por no querer abandonar el país.
Se personó en la casa un médico y su asistente, y le midió la presión y le tomó el pulso. Según ella, primera vez que iba a verla, es el médico del poblado que entra allí una vez a la semana. Tenía la presión en 140 con 90 y 88 pulsaciones por minuto. Ella lo atribuyó a que se había emocionado con la visita de los dos hermanos de causa de su esposo.
Es preocupante que el gobierno cubano en complicidad con la jerarquía de la Iglesia Católica y el gobierno español, dejen morir a esta mujer y a su esposo que la acompaña en la huelga de hambre; así como, el también preso de los 75 que no quiere abandonar el país: Pedro Argüelles Morán.
En ese poblado no hay hospital, no hay urgencias médicas donde llevarla de ser necesario, aunque ella ha pedido que no lo hagan. La única solución posible si cae en una hipoglucemia es suministrarle agua con azúcar a través del recto.
Se adjuntan fotos de la soledad en que se encuentra esta valiente mujer que ha dicho, que si el gobierno no le permite salir a la calle con carteles, pararse en la Plaza de la Revolución o cualquier otro acto en favor de su esposo, tuvo la necesidad de tomar este camino, aunque es católica practicante.
Hasta las 4 de la tarde, ninguna autoridad la había ido a ver, ni tampoco el clero.
El próximo 23 de febrero se conmemora un año de la muerte d Orlando Zapata Tamayo, también en una huelga de hambre. Dios permita que estos otros presos y la esposa de uno de ellos no corran igual suerte. La comunidad internacional debe acudir en la ayuda de todos.
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