Foto: Un hombre recoje rastrojos de boniato en una frega en Melena del Sur. Hablemos Press.
Por Jaime Leygonier, Hablemos Press.
Por Jaime Leygonier, Hablemos Press.
Tras la amenaza de reducir plantillas y despedir a 1 millón de empleados ―la cuarta parte de la población cubana en edad laboral― los jefes maltratan o evalúan mal arbitrariamente a los empleados para perjudicar a unos y favorecer a otros, por miedo a ser sustituidos.
Toda trampa parece válida para rebajar de categoría a buenos trabajadores y favorecer a los regulares o malos, "amigos del jefe".
Evaluaciones sorpresivas y sin información a los empleados sobre las normas reglamentadas para su evaluación, exigencias arbitrarias de mayor rendimiento, exagerar una ausencia o una llegada tarde como faltas graves y mentir sobre la labor desempeñada por los "amigos del jefe".
La proclamación por el general Raúl Castro del concepto de "idoneidad" ―sólo dejar en sus empleos a los que sean "idóneos"― favorece que amañen la expulsión de empleados con mejor escalafón por antigüedad y mejor currículum, pues determinar quién es idóneo queda a la arbitraria voluntad de los jefes.
Según un especialista de un "organismo central" del Gobierno con sede en la Plaza de la Revolución, antaño Plaza Cívica:
"La jefa de mi departamento es nueva, trabaja bien pero no tiene el título, se rodeó de varias empleadas viejas que sacan su trabajo rutinariamente, carecen de título y hace años que no estudian. A esas eligió la jefa como amigas asesoras mientras que a los trabajadores con título universitario nos hace la guerra con evaluaciones para rebajarnos y hacer humillaciones públicas”.
“Creemos que tiene miedo de que le hagamos sombra por estar más preparados. Es transparente su intención de despedirnos y quedarse con sus amigas. Con una evaluación sorpresiva me rebajó de categoría por una llegada tarde y un falso incumplimiento de norma, a mí que había salido destacado el mes anterior, y les dio categoría al grupo de sus amigas que cuando faltan al trabajo cometen el fraude de que una de ellas marca en el reloj de asistencia las tarjetas de las ausentes. ¿Acudir al sindicato? Eso ya no existe, las leyes de protección al trabajador se han convertido en letra muerta. ¿Quejarme al Partido Comunista? Si la jefa y sus amiguitas son del Partido".
El miedo al despido hace que los trabajadores acaten órdenes abusivas y favorece el acoso sexual de jefes a empleadas ―acoso desde hace años en boga en turismo y en los comercios dolarizados― que regentea el ejército.
A empleados en los cuerpos de protección (custodios y serenos de empresas) les anunciaron sus superiores el despido masivo con la opción de su ingreso en la policía represiva―cuyas plazas aumentarán en lugar de disminuirlas― o en brigadas del Ministerio del Interior para la construcción y la agricultura.
Los jefes, sus amigos y sus queridas, serán infaliblemente "idóneos", jamás despedidos, por no sentar un mal precedente respecto a los culpables del desastre, esos que llevan 52 años demostrando fehacientemente su falta de idoneidad para el cargo de gobernantes.
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