Por: Martha Beatriz Roque Cabello.
La crítica situación social de una niña de tres años con tuberculosis, fue divulgada a través del blog de la Red Cubana de Comunicadores Comunitarios. Un alma caritativa que leyó el caso, decidió ponerse en contacto con la familia y enviarle 50 dólares para aliviar su infortunio. Nunca antes ellos habían tenido acceso a moneda convertible (cuc) y lo primero que decidieron fue comprarle a la niña un refresco de lata, porque en la vida lo había podido tomar. ¿De cuántas cosas más se ha visto privada esta criatura?
Un hombre (de la raza negra) mutilado de una pierna, sin residencia fija, fue acogido por los vecinos de un edificio en su pasillo interior, le facilitaron una especie de catre, una sábana y allí pernocta; come lo que algunos le brindan. ¿Podrá pensar en el futuro?
Un anciano que recibió una ayuda en alimentos de Cuba Corps, una organización de Miami, que tiene personas jóvenes en las comunidades entregando este tipo de asistencia, se agachó para besarle los pies a la muchacha que le entregó la pequeña canasta, consistente en: spaghetti, salsa de tomate, unos trozos de pollo, un poco de arroz, etc. Según el anciano, hacía varios días que no tenía algo para comer. ¿Qué se hará cuando desaparezca la libreta de racionamiento?
¡Sin dinero! ¡Sin vivienda! ¡Sin comida!, pero peor aún, sin solución y sin esperanzas. Y no es que sea Cuba el único país del mundo en que suceden estas cosas, hay muchísimos otros en varios continentes que pasan por situaciones similares o peores; pero sus gobiernos no proclaman a todas voces tener el régimen más equitativo y democrático del mundo, basado en la justicia social. Pero… ¿justicia social para quiénes?
Solo los que están alrededor de la cúpula, los que se adaptan al juego de los gobernantes y que padecen de una miseria mayor que la que antes se relataba, una miseria de espíritu, porque son portadores de la avaricia, la mezquindad y la parsimonia que le permite a la dictadura mantenerse al mando. Es un estrato social que vive chupándole la sangre al pueblo cubano gracias a la desidia de los que detentan el poder, que les aprueba la corrupción, el robo, el maltrato y la falta de preocupación por los deberes sociales que tienen como dirigentes.
Hay una idea filosófica que plantea: “el hombre piensa como vive”; por consiguiente, los que apoyan al sistema, que viven bien dentro de la estrechez y la falta de lo necesario para el sustento que tiene el resto de los cubanos, especulan que son ricos. Si se ve de forma relativa es cierto, pero un análisis más absoluto indica que ocupan las viviendas que dejaron los exiliados y los que fueron saqueados por el gobierno a principio de los años 60 del siglo pasado; se conforman con utilizar los carros del Estado porque muchos no tienen ni auto propio, y cuando logran atesorar unos cuantos cuc, piensan con mente estrecha en comprar aceite y puré de tomate.
Todo este terreno que ya está ocupado por una especie de élite que es la que “supuestamente” apoya la dictadura, no permite que los que vienen atrás se abran paso en la “vida”, que es como se define la que viven los personajes que pueden darse algunos lujos que la mayoría del pueblo no está en condiciones de acceder; para el resto, el diario afán de sostenerse “no es vida”.
El ser social dentro de este tejido que está totalmente enfermo, no ha sido capaz de encontrar un camino que lo conduzca hacia el reclamo de sus derechos; pero esto no quiere decir que esta masa que está dormida no despierte en un momento determinado de la historia.
La miseria material es un mal que se ha generalizado en el país, sobre todo para el interior de la isla, y en especial, en los municipios que no están cerca de la cabecera de las provincias, pero más atormentados deberán sentirse los que padecen de la miseria espiritual. Esos que son capaces de golpear a sus conciudadanos por mantener una posición que para cualquier trabajador promedio en el mundo democrático sería indigna.
Hay que ver los videos en los que las “turbas” están denigrando de los disidentes, la mayoría está mal vestido, quizás sin almorzar o comer, y sin embargo, se prestan para dar gritos groseros y muchas veces obscenos a sus compatriotas. ¿No significa esto una gran miseria de alma?
Si bien es cierto que los que hoy pasan hambre y necesidades de todo tipo, en una Cuba democrática tendrán que adaptarse a las nuevas condiciones, esto les será fácil; los que no podrán nunca perdonarse su actitud ante sus coterráneos son los miserables que se han prestado al juego de la dictadura que ha oprimido por más de 52 años a este pueblo.
Victor Hugo (figura destacada del romanticismo francés) se quedó corto al expresar su indignación por las injusticias sociales y el sufrimiento en su época, tendría que haber escrito “Los Miserables” aquí en Cuba, en la actualidad.
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