Por Jaime Leygonier, Hablemos Press.
Ex prisioneros políticos hacen guardia de honor a Juan Wilfredo Soto García: Foto cortesía de activistas en Santa Clara.
Ex prisioneros políticos hacen guardia de honor a Juan Wilfredo Soto García: Foto cortesía de activistas en Santa Clara.
Barcelona/ Mambí en A/ Es inusual la publicidad que el gobierno cubano dedica a negar que el opositor Juan Wilfredo Soto García murió a consecuencias de una golpiza policial, lo normal en Cuba es mantener todo en secreto, pero muchos opinan que la notoriedad del hecho lo obligó a falsear "científicamente" y con "testigos" la "muerte natural" a golpes.
La primera nota informativa del “Gobierno Revolucionario", el martes 10 de mayo, es argumentada el día 12 con otra extensa nota, en el Noticiero de TVisión y en el órgano del Partido Comunista, Granma, titulada: "Cuba desprecia la mentira". (Desde el título dice una verdad y miente en grande).
Entrevista supuestamente a la hermana y a la sobrina del occiso, al esposo de ésta y al médico que lo atendía, quienes testimonian:
Que Juan Wilfredo Soto padecía de enfermedad cardiovascular, diabetes, melitus, gota y otras, y que no se cuidaba. Según el médico: "los serios problemas de salud de Juan Wilfredo Soto no comenzaron ese día" (el del arresto) "sino mucho antes".
Que no tenía marcas visibles de golpes.
Que no dijo a sus familiares que había sufrido una golpeadura a manos de policías.
Agradecen o testimonian que recibió atención médica.
Se duelen de la "campaña de mentiras de la contrarrevolución".
También entrevistan supuestamente a dos vendedores de flores habituales del parque en que ocurrió el arresto, quienes testimonian que no hubo violencia contra Soto.
Pero los testigos de la familia no son testigos de si recibió o no recibió golpes. Y otros 30 refieren que el difunto les declaró la golpiza, tenía hematomas en los brazos y que repetía: "Me han matado", en presencia de los familiares que ahora niegan haberlo oído.
Y supuesto que estos familiares no vieron señales de golpes en el torso, se sabe que es posible que existan lesiones internas sin marcas externas o que éstas no aparezcan hasta varios días después de los golpes, y que los policías cubanos, pese a su pésima instrucción profesional, aprenden a pegar sin producir hematomas.
A los periodistas independientes llegan múltiples testimonios de que los policías cada vez acuden más a la arbitrariedad, a golpizas injustificadas y a amenazar a los ciudadanos con golpearlos y declarar en el informe que fueron atacados primero, fabricándoles un "delito de atentado".
Muchos opositores pacíficos y periodistas independientes, Damas de Blanco, mujeres, ancianos, ciudadanos y hasta niños, testimonian que han sufrido amenazas, maltratos físicos y golpes de policías de uniforme o de civil tanto en la vía pública como entre los discretos muros del cuartel.
Cuando los policías golpean a alguien rara vez lo llevan a que lo observe un médico, como es su deber, sino que lo sueltan, a veces sin cargos, para evitarse posibles reclamaciones de responsabilidad penal por las consecuencias posteriores de los golpes.
Y cuando los golpeados por policías acuden a los cuerpos de guardia casi ningún médico se atreve a expedirles el certificado de lesiones.
Según el periodista independiente y psicólogo Fariñas, vecino y amigo de años de Soto y su familia:
"Unos 30 opositores visitamos a Soto y vimos los hematomas de los golpes en sus brazos, y somos testigos de referencia de que acusaba a los policías de que lo habían matado a golpes, tan cierto es que le dieron una golpiza que en la unidad policial el mayor Ariel ordenó que lo condujeran al cuerpo de guardia del hospital, donde lamentablemente no lo atendieron médicos, sino estudiantes extranjeros, fue mal diagnosticado y lo enviaron a la casa, un buen diagnóstico lo podía haber salvado. A los testigos del parque los coaccionaron. Uno de los "entrevistados", el viejo florero, es un conocido chivato enemigo de Soto; en el parque hay cámaras de vigilancia, así que tienen que existir videos de los hechos. La hermana me encargó que despidiera el duelo, es enferma mental severa, creo que la familia es presionada para que calle. Según clínicos consultados, la pancreatitis aguda de que habla la autopsia como causa de la muerte, solamente puede producirse por ingestión de una sustancia como un ácido o por contusión, y la condición de diabético de Soto le impedía pancreatitis crónica, pues esta enfermedad no se presenta junto a la diabetes. Él jamás bebía, la primera nota habla de enfermedad del hígado que no consta en la fotocopia del expediente clínico de Soto, publicada en el blog Cubano confesante."
La autopsia: En un régimen totalitario, y por tanto, sin independencia de poderes, las autoridades judiciales, policiales y de la fiscalía, no son independientes y creíbles, menos en un caso político en el que tanto empeño muestra el Estado en "demostrar" inocencia.
"La Revolución lo necesita" y "la alta dirección decidió", en boca de cualquier jefe son ordenes imposibles de desobedecer; contra tal orden nadie puede alegar deber o verdad, porque se convertiría inmediatamente en "contrarrevolucionario", destruido profesionalmente o incluso preso.
Los propagandistas del Gobierno presentan, dicen, "tantas evidencias irrebatibles", más ellos mismos las hacen increíbles al no mostrar el video del parque y al declarar: "¿Acaso no basta el aval de la Revolución de cinco décadas sin un solo torturado, desaparecido o asesinado?"
La tortura en sus diversas variantes "psicológicas" y en las golpizas es cotidiana, la norma en la vida del presidio cubano cuyas condiciones destruyen la salud de la población penal (un 1 ó 1.5% de la población cubana) es cotidiana en los calabozos de las unidades policiales, en el acoso a opositores y a la ciudadanía, y explica en gran medida "cinco décadas" de poder.
A Orlando Zapata no lo asesinaron, no, cuando depauperado por huelga de hambre lo privaron de agua para beber y de abrigo durante el frio.
El defenestrado general Abrahantes murió de un infarto en su celda, porque hacía ejercicios.
No fue masacre hundir a la boca de la bahía de La Habana el remolcador "13 de marzo" en 1994, cargado de una multitud con niños, fue "accidente", "responsabilidad" de los que huían en el barco.
No hay desaparecidos, sino miles de personas que se ahogan "voluntariamente" en el canal de La Florida, si antes por desobedecer la voz de "alto" no tropiezan con una bala de las tropas guarda fronteras.
No incita a las golpizas el propio general Raúl Castro con sus declaraciones de que tenemos "el deber de defender nuestras calles y plazas para el pueblo", eufemismo para justificar agresiones a opositores, por policías o con el método de las turbas.
Y es "casual" cuando nos apedrean las casas a los disidentes, como me ocurrió a la noche siguiente de publicar "Muerte natural a lo revolucionario", tratando este tema, "cosas de muchachos".
El General podría aplicar las leyes a los homicidas de Soto, y decir que son "unas manzanas podridas" que mancharon el proceder impoluto de la mayoría de los revolucionarios, pero necesita proteger a sus verdugos al precio de hacerse cómplice.
En Cuba no existen como en el resto del mundo algunos policías que violan la Ley y abusan. Cada policía es como los caballeros del rey Arturo.
¿Es posible que exista un país tan único en el mundo que tiene el record de "cinco décadas" de pureza policial inmaculada? ¿Y su gobierno negado a raja tabla a recibir al relator de la ONU sobre la tortura para que compruebe tanta pureza?
Ese "aval" de "cinco décadas" es una mentira tan increíble que descalifica cualquier otro "testimonio" del Gobierno, según axioma del Derecho Romano sobre el valor de las declaraciones de testigos: "Falso en una" (declaración), "falso en todas".
Cinco décadas de poder únicamente se comprenden por un terrorismo de estado que prefiere el acoso, la amenaza a la familia, que no siempre llegaba a la agresión física, pero que cada vez la emplea más para sostenerse.
Tal vez, la única verdad del Gobierno es que "Cuba desprecia la mentira", porque "Cuba" no son "ellos", sus dictadores, sino el pueblo que conoce muy bien los desmanes e impunidad de la Policía Nacional Revolucionaria, y que para pedir el periódico dice: "Dame el mentiroso".
Cuba sabe que Soto no es el primero y no será el último, y que si el Gobierno crucificador quisiera, su prensa probaría "irrebatiblemente" que Jesucristo fue un delincuente que murió de hemofilia, con parientes "testigos" de que es "mentira" que tuviera heridas de clavos.
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