Por Aimée Cabrera.
Este libro escrito por Carlos Eire puede ser adquirido en calidad de préstamo en la biblioteca del Centro de Información de la Oficina de Intereses de los Estados Unidos de América en La Habana.
No es más que la autobiografía desde la óptica de “un niño rubio de Miramar” que vivió en el seno de una familia acomodada, y cómo él junto a su hermano fueron enviados a los Estados Unidos, solos y desvalidos, como parte de la Operación Peter Pan.
Nunca más pudo ver a su querido padre que quedó, como tantos otros, al cuidado de los bienes familiares, esperanzado en que terminaría la pesadilla que desmembró a su familia.
En su obra, Eire describe juegos y travesuras propias de los niños, sus miedos e inquietudes difíciles de aclarar en el marco de un recio hogar católico. Es interesante leer sobre las escuelas donde estudió, las tradiciones hogareñas y todo lo que desapareció de forma abrupta e inesperada.
Los lectores entonces se solidarizan con todo su sufrir en los primeros años de su arribo a los Estados Unidos, contenta saber que en parte de su calvario pudo estar al lado de su madre, figura que realza con un cariño especial como todo buen cubano, a pesar de que reconoce haber olvidado casi su lengua materna, pues al pasar tantas décadas ya es normal que se desenvuelva en su segunda patria como un nativo.
Es éste un libro que fascina al lector desde el primer momento porque tal parece que el niño Carlitos conversa en voz muy baja, como confesando todas sus vivencias, con mucho cuidado de no ser escuchado por los mayores de casa.
Nieve en La Habana es una autobiografía que se agradece por sus amplias descripciones de la patria añorada. El cielo, el mar, las palmas y hasta las lagartijas asoman a la vista con los colores brillantes propios de la cálida niñez, la cual terminó de manera abrupta debido al cambio político que conllevó a la separación familiar, a la prisión por cuestiones políticas y a la muerte, por tratar de huir en embarcaciones que en ocasiones no llegan a su destino.
Luis XVI y María Antonieta -como llama Eire a sus padres-, él mismo y su hermano Tony se convierten para siempre en el familiar, el vecino o el amigo que nunca más volvimos a ver. El mar azul turquesa brilla como un espejo, que encandila la vista de quienes lo aman y esperan ver si con los cambios climáticos, cae nieve en La Habana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario