Foto: Raul Castro en una visita a China canta una canción en chino.
Por: Arnaldo Ramos Lauzurique.
Por: Arnaldo Ramos Lauzurique.
Sin mucha información aún, la visita oficial del vicepresidente chino Xi Jinping a Cuba, con una significativa comitiva, continúa despertando interrogantes. En un comunicado sobre su visita -del que nada se dio a conocer- éste informó que tenía como propósito “ampliar coincidencias”, por lo que surge la pregunta de sí además de la “coincidencia” de los ojos oblicuos de ambos jefes, se pretende ampliarlas en el orden económico.
Solo hace unos meses que Raúl Castro pronunció la críptica expresión: “no pensamos volver a copiar de nadie,…”que se podía entender en el sentido de no aplicar en Cuba el socialismo de mercado chino; e incluso en marzo, en un artículo oficioso en el diario Granma, alabando los avances económicos de China, se opinó: “La experiencia china es única y aplicable solo a ese pueblo”.
Podría sorprender un cambio de rumbo en tan poco tiempo, incluso cuando el actual segundo al mando, el octogenario, José Ramón Machado Ventura, se las sigue pasando de gira por todas las provincias del país, repitiendo los mismos argumentos inoperantes y pasados de moda de siempre.
Sin embargo, no es menos cierto que los Lineamiento del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) han muerto al nacer. La población solo se refiere a ellos en tono jocoso o despectivo. En todo caso, solo hace falta darse una vuelta por los estanquillos donde se vende la prensa para comprobar que esos folletos permanecen invendibles en grandes cantidades.
El plan aprobado en diciembre está siendo ajustado desde poco después de su emisión siguiendo el rumbo de la vida, que ya lo hizo en la práctica. El cronograma del llamado “reordenamiento laboral” en el sector estatal (despidos) se pospuso para no se sabe cuándo; el trabajo por cuenta propia ya ha dado todo lo que podía y no es de esperar que siga incrementándose, más bien tenderá a decrecer, en especial por falta de clientes; se frenó la eliminación de comedores obreros y se ha detenido la eliminación de productos de la libreta de racionamiento.
En todo el entorno cubano no se observan más que penurias, corrupción y delincuencia, así como, elevación de los precios en moneda nacional y en divisas; desabastecimiento de los mercados, incluyendo los de divisas; reducción de las producciones agropecuarias; agudización de los problemas del transporte; trabas en las ventas de materiales de construcción; estancamiento perpetuo de la industria azucarera; y un deterioro general de los servicios, en especial los de salud.
Todo lo anterior sin posibilidades de resolverse íntegramente porque el problema principal, el del sector externo, entiéndase: exportaciones, créditos externos, inversiones extranjeras; y por consiguiente, posibilidades de importación, no han encontrado solución.
Es posible que si el régimen decidiera rendirse, prefiriera hacerlo ante los chinos, que ante el pueblo de Cuba, ante la democracia y ante occidente.
Curiosamente, la comitiva china incluía al vicepresidente de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma Zhu Zhixin y al subdirector de la Oficina de Estudio de Políticas del Comité Central del Partido Comunista de China, Shi Zhihong; y por la parte cubana a Marino Murillo Jorge, que es el encargado de darle forma al supuesto modelo cubano.
El vicepresidente Xi Jinping declaró entre los propósitos de la visita “profundizar en la cooperación conjunta”, y para ello trajo con él al presidente del Banco Nacional de Desarrollo Chen Yuan y al viceministro de Comercio Zhong Shan.
Los regímenes chino y cubano son, desde luego, aliados políticos; a la jerarquía china le conviene esa alianza y parece estar dispuesta a cooperar con la satrapía cubana, pero sin echar en saco roto esa ayuda, como le pasó a la Unión Soviética y le está pasando a Chávez.
Con la renuencia del régimen cubano a aplicar el socialismo de mercado solo ha logrado una ayuda discreta de China y un comercio más o menos equilibrado.
Si Raúl Castro se decidiera a bailar la rumba con corneta china estaría pasando por sobre todos los acuerdos del VI Congreso y enterrando definitivamente los inservibles lineamientos.
El rumbo chino significaría que la jerarquía cubana perdería una parte considerable de su poder económico y sobre la población, eso lo sabe, porque no ha querido hacerlo hasta ahora.
Por el momento todo parece haber quedado en las intenciones chinas, porque el régimen cubano continúa sin dar señales de una apertura seria. Habría que esperar acciones concretas porque para aplicar el modelo chino serían muchos los nudos a desatar.
Si como es de esperar, el régimen continúa en su inmovilidad, dado el terror que le provocan las consecuencias sociales y políticas de cualquier apertura, aunque ésta fuera modesta, se asistirá posiblemente a un deterioro de las relaciones con China, al menos las económicas y comerciales.
En todo caso, en la poco probable variante de que ello suceda, la oposición se enfrentaría a una modificación del escenario económico y social, aunque seguramente, el régimen tratará de apretar los tornillos represivos y políticos para evitar demasiadas libertades.
No hay que dormirse sobre los laureles, ni dejarse sorprender. Todo lo que haga el gobierno será para perpetuarse, que es lo que hay que evitar.
Cualquier mejoría sería bienvenida, pero no hay que perder el rumbo, que es ante todo, la libertad y la democracia que la satrapía nunca concederá de buen grado.
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