Barcelona/ Mambí en A/ Breve relato sobre el Monseñor Pedro Meurice Estiú, Arzobispo de Santiago de Cuba, y que falleciese el 21.07.2011 en Miami, nos envía desde La Habana, Cuba, Maybel Padilla.
Había terminado la Licenciatura en Teología en el Instituto Superior de Estudios Bíblicos y Teológicos –ISEBIT- (del Consejo de Iglesias) y me encontraba estudiando Filosofía Antropológica en el Instituto Félix Varela –Arzobispado de La Habana, filial de la Universidad Pontificia de Comillas, España-.
En ese contexto conozco del Primer Encuentro Nacional de Historia de la Iglesia católica a celebrar en el Convento La Merced de la otrora Santa María del Puerto del Príncipe (Camagüey), donde presenté una ponencia sobre el presbítero Félix Varela.
Transitando por el pasillo del primer piso del convento veo una figura sentada en un banco del jardín, se apreciaba en él la meditación que no imposibilitó acercarme, al percatarme de que era Monseñor Pedro Meurice Estiú.
Tímida le pregunté si podía dedicarme unos minutos. Me invitó a sentarme a su lado. Le hablé de mis investigaciones etno religiosas y mi interés en investigar en el archivo del Arzobispado. Me dijo que en esos momentos estaba en reparación pero podía hacerlo en el de la Iglesia Catedral. Indagué sobre el siglo XVI y me dijo: del siglo XVI no hay nada y me explicó los inconvenientes de las iglesias de madera, el fuego, temblores, huracanes, corsarios, etc. Sus palabras finales fueron: Busca, quien busca encuentra. Me dio su teléfono y me dijo que lo llamase cuando quisiera conocer algo o alguna duda. Fue una breve pero fructífera conversación.
Meses después trabajaba en el libro Igi Isure (el Árbol Sagrado –inédito-) y al llegar a la desmitificación de los colores en la Regla de Ocha y los santos católicos, choqué con el tono amarillo que es un atributo de la Oricha Ochún, que en el catolicismo no es un matiz litúrgico.
Lo llamé al Arzobispado, contestó. Al decirle que era de Ciudad de La Habana me pidió el número y me dijo: cuelga, te llamo, te va a costar mucho. Eso hice y al momento el timbre despertó mi interés. Le expliqué mi inquietud al respecto y me dio un dato que posiblemente sea de las pocas que lo conozca. Me explicó que en sus inicios la Virgen de la Caridad del Cobre y los Remedios se vestía de acuerdo a los colores litúrgicos correspondientes, pero el hecho de sacarla, vestirla y ponerla nuevamente en el nicho podía ocasionarle alguna rotura y se decidió vestirla de blanco, hasta que el dorado fue el manto que la vistió y se mantiene. Éste consta en dicho libro con detalles que harían largo el relato.
En el año 2000 comencé mis investigaciones en el archivo de la Iglesia Catedral, alternando con mis estudios sobre el carnaval santiaguero.
Sus palabras: Busca, quien busca encuentra, fueron proféticas. Hallé el expediente de Renuncia de San Antonio María Claret y Clará, lo copié íntegro y sobre el hecho hago un libro sobre tan excepcional religioso, alternando con uno sobre los afro-descendientes.
Nunca olvidaré que esta persona tan importante ante mis ojos, tan admirado, tan consagrado, tan ocupado, fuera capaz de dedicar su precioso tiempo a una pecadora que cree en Ochún como divinidad africana y en la Virgen María, Patrona de Cuba, como advocación Mariana.
El testimonio que relato consta en el libro mencionado, donde más de una vez el nombre de Monseñor Pedro Meurice Estiú se menciona, como evidencia de un hombre capaz de conocer la identidad cubana, respetarla y honrarla al abrir las puertas de su discernimiento a una persona que interrumpió sus meditaciones en el jardín de un convento.
Todo mi amor, mi agradecimiento,
Vivirá en lo que sembró,
Nunca lo olvidaré, forma parte de una faceta de mi vida.
Lo recordaré tranquilo, alentador,
En un banco del convento.
Vivirá en la historia y en los corazones.
En los humildes,
En los enfermos y moribundos,
En las Homilías, en el altar, los pasillos de la Catedral,
En su obra.
Descanse en Dios, en su fe,
Mi Maestro.
La Habana,
20 de julio de 2011
Maybell Padilla
No hay comentarios:
Publicar un comentario