Por: Francisco Sau Boíx.
Han pasado tan solo dos años de la gran polémica que desató el concierto de Juanes en La Habana, acompañado y apoyado por Olga Tañón y Miguel Bosé.
Aquel 20.09.2009 Juanes cumplió su promesa de cantar en la Plaza de la Revolución de Cuba, aún teniendo la certeza, de que desafiaba y ofendía a una gran parte del pueblo cubano.
Millones de cubanos sufren desde hace más de medio siglo el destierro, el exilio, la represión, sin olvidarnos mencionar a prisioneros políticos, familias rotas y deshechas por la desgarradora emigración, y un porvenir, que ahora, justo cuando solo queda el cuerpo sin mente del artífice de tal barbarie, descubren aquellos que le apoyaban, que no dejó nada. Cuba ha sido lanzada a un precipicio por un loco que en sus delirios de grandeza, cercenó el cordón umbilical que alimenta el futuro de toda nación, la juventud.
Después de aquel concierto llamado “Paz sin Fronteras”, según el cantante y sus acompañantes para promover la paz y un mundo mejor, tan solo pasado cinco meses, el 23 de Febrero de 2010, fallece tras una prolongada huelga de hambre en la cárcel, después de innumerables y brutales golpizas, el hoy mártir de la disidencia pacífica, Orlando Zapata Tamayo.
Pero no fue este el último suceso tristemente extraordinario después de aquel inútil concierto. El 8 de Mayo de 2011 fallece por una brutal golpiza propinada por agentes de la Policía Nacional Revolucionaria, “el estudiante”, así era conocido el disidente pacífico, Juan Wilfredo Soto García.
Dos años “Con Fronteras y Sin Paz” se han contrapuesto al ofrecimiento de Juanes y sus acompañantes, y ninguno de ellos le ha pedido cuentas al régimen cubano, ni mucho menos, le han pedido perdón a los cubanos, ni tan siquiera, a esa sufrida madre y su familia que ahora precisamente está más cerca de la casa de Juanes en Miami, Reina Luisa Tamayo, gracias al destierro forzado por las turbas paramilitares que les golpeaban y le hacían la vida imposible en su patria.
Ahora, un nuevo concierto lastima la herida aún sin sanar producida por aquel trío insolente, el del cantante y compositor, Pablo Milanés, que para aumentar y superar la ofensa del anterior, se celebrará en el mismo Miami, y por uno de los dos (el otro Silvio Rodríguez) principales voceros del régimen dictatorial y dinástico de Cuba.
La cuestión a analizar no es si Pablo Milanés es buen músico o no.
Cuando mueren por golpizas y maltratos seres humanos, no se pueden dar vítores a quien los provoca.
Cuando un pueblo está desapareciendo y sucumbiendo provocado por un régimen opresor, es una felonía sentarse a disfrutar de un concierto cuyo cantante alabó y apoyó tamaña traición, y que continúa sin criticar abiertamente tales hechos.
No le temblaron las manos a Pablo Milanés para continuar su concierto en La Habana, cuando en su presencia un grupo de jóvenes fueron golpeados salvajemente por la policía porque pedían la liberación del también músico, Gorki Aguila, que a diferencia de él, no recibe favores estatales por colocarse del lado de los oprimidos.
Numerosas voces claudicantes se alzan desde el exilio para apoyar otro inútil concierto, al unísono con los gritos que les propinan las turbas paramilitares a las Damas de Blanco, tanto en Oriente, como en La Habana. Encarcelamiento, represión, golpizas, continúan convirtiéndose lastimeramente en parte de la cotidianidad del cubano, y quieren convertirla también, en la cotidianidad del exilio, convertirnos en cómplices de sus delitos, cantando sus propias consignas, y lo peor aún, que también dejemos de existir.
Para quien no haya reparado en ello, el exilio está compuesto por personas que han emigrado de su país por motivos políticos, siendo evidente que si el exilio se rinde a las canciones y consignas de Pablo Milanés, dejaría de ser exilio, para convertirse tal vez, en emigrantes económicos.
Numerosos músicos cubanos han perecido en el exilio sin haber podido entrar siquiera a su país. Nuestros hijos se disuelven en la esencia de otras culturas, desapareciendo nuestra herencia.
La situación de Cuba es de tal gravedad, que ya no se trata de cambiar un gobierno, un partido, de reacomodar la constitución, una medida económica, sino de la propia existencia.
Ante la cobardía de unos y la indiferencia de otros, vemos como lentamente se va apagando el brillo de la que fuera La Perla del Caribe.
A los cubanos nos quedan las dos alternativas primitivas del ser humano:
Existir, o no Existir.
Ser, o no Ser.
Y al exilio:
Exilio, o no Exilio.