Por Francisco Sau Boíx.
El descontento popular se ha generalizado en el último año en Cuba. Ya no existe una marcada oposición política y pacífica donde participen solamente los conocidos opositores de siempre. Las protestas se suceden continuamente y en todas las regiones de la sitiada isla, desde la Punta de Maisí al Cabo de San Antonio el pueblo se ha convertido en una masa en constante ebullición, donde la expectación de transeúntes casi preocupa más al régimen que las propias protestas aisladas y continuas.
El peligro de que esa observancia de espectadores aparentemente indecisos e inamovibles, rompan la inercia que los mantiene postrados ante el avance de una sociedad civil que ha decidido tomar las riendas de su destino y conquistar un futuro lleno de oportunidades, abandonando así de una vez por todas el pasado y presente de esclavitud social, política y económica, en resumidas cuentas, esclavitud, ha obligado al régimen dictatorial y dinástico de los Castro a reprimir con rudeza y desmedida crueldad a esos valientes opositores, golpeado a mujeres a la vista de todos, ganándose la repulsa no solo del pueblo, sino de la opinión pública internacional y de aquellos que hasta hace poco les apoyaban incondicionalmente. Esto también les ha obligado a ofrecer ciertas concesiones que debilitan su dominio monárquico, y que a la vez favorecen el creciente apetito de libertad de todo el pueblo cubano.
A la apertura del trabajo por cuenta propia, se le suma ahora el anuncio de una mal llamada “reforma migratoria”, como si hubiese realmente en Cuba una ley migratoria. Hasta ahora los esclavos tienen que solicitar un “permiso de salida” al amo y señor, que inclusive tienen que pagar con un costo de $150.00 dólares, precio muy alejado del penoso y mísero salario del pueblo trabajador, esta ordenanza también tiene un apéndice que indica que aquellos que no rinden la debida y sumisa pleitesía, no se les permite viajar ni pagando la elevada e injusta cuota.
Carta de invitación, permiso de salida, vergüenza y humillación ante el mundo, han sido parte de la mal llamada ley migratoria que el esclavo cubano ha sufrido durante más de medio siglo, y continúa sufriendo, bajo un régimen esclavista, dinástico y dictatorial que tiene sus días contados.
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