Por Francisco Sau Boíx.
Los periodistas al servicio de los grandes medios de prensa insisten en transmitir la falsa idea de que la transición hacia la democracia es la culminación de un proceso o el cambio de su estado político y leyes, obviando la metamorfosis necesaria de los factores que en ella intervienen, los que inciden directamente en los mecanismos que fuerzan el cambio.
Sin ánimo de aburrir al lector, pero sí con la necesidad que urge la defensa de los más desfavorecidos, intentaré poner luz sobre esta manipulación periodística que injustamente defiende a los tiranos, a la vez que menos precia a las víctimas.
Las fronteras que delimitan una transición política no son exactas, quiere decir esto que cada cual las sitúa según su posición política, coincidiendo siempre con un segmento menos extenso para los detractores de los derechos sociales. Dicho esto, se puede dar el caso que los defensores de un proceso de cambio socio-político sitúen el comienzo del mismo en el propio inicio del régimen en el poder al que repudian, que no por ser una exageración, no deja de cumplir con el principio filosófico de que la vida está en constante evolución, y por ende, las sociedades en la cual nos desenvolvemos.
Por tanto, es justo decir que en Cuba se está produciendo una transición política, si se tiene en cuenta que continuamente aumenta el número de cubanos que se suman como factores activos para ejercer presión sobre los diferentes mecanismos de poder a fin de lograr el cambio que todos anhelamos.
Estos valientes cubanos han decidido cargar sobre sus hombros con la enorme responsabilidad de cambiar el futuro de todo un pueblo; sufriendo prisión, marginación social (sin empleo por ser un estado totalitario), acoso policial, golpizas, no teniendo respaldo jurídico (justicia al servicio del estado totalitario), y todos sus derechos como ser humano violados. En prisión han muerto por huelgas de hambre unos (ej.: Orlando Zapata Tamayo), otros por falta de atención médica, otros por golpizas, inclusive en la calle (ej.: Juan Wilfredo Soto García), etc., etc., etc.
Ante toda esta barbarie que sufre el pueblo cubano, no puede menos que sentirse indignación ante la pregunta que siempre está presente en todas las recientes entrevistas relacionadas con Cuba: “¿Será pacífica la transición en Cuba?”
Desde luego la respuesta es que no está siendo pacífica, las víctimas solo las pone el pueblo. Lo alarmante de la pregunta es que muestra no tan solo el desconocimiento de lo que significa transición, sino una clara preocupación de cómo serán tratados los tiranos, a la vez que deja entre ver un insolente e insultante desinterés hacia el triste presente de todo un pueblo oprimido.
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