Barcelona/ Mambí en A/ El turismo sexual es un vetusto estigma que se viene practicando en Cuba desde hace muchos años, pero que se incrementó a partir del fin del período especial, o sea, la desaparición de la Unión Soviética y el derrumbe del llamado campo socialista o Europa del Este, que significó el comienzo del período real o crisis económica producida por la ineficiencia, improductividad, corrupción administrativa o malversación galopante de la riqueza nacional producida por todo el pueblo cubano, y los magníficos privilegios y prebendas que goza la nomenclatura castrista, dilapidando gran parte del tesoro nacional.
Esa mácula que representa el turismo sexual se produce por la desvalorización que sufre la sociedad cubana, principalmente por tanta miseria material y espiritual que padecemos y es generada por el régimen totalitario castrista, máximo creador de todos los males que afrontamos los cubanos.
El turismo sexual en la mayor de las Antillas proviene fundamentalmente de Europa y también de Canadá y América Latina; y no solo es de hombres, ya que también vienen mujeres en busca de “carne fresca” y muy barata, pues hasta por un creyón de labios o un plato de comida se prostituye una jovencita, y es que sus padres con los salarios estatales devengados no pueden satisfacer las necesidades elementales de sus hijos. Es que prácticamente los mal alimentan, visten y calzan, ya que el salario promedio en el “Edén de los Trabajadores”, es alrededor de los 20 dólares al mes.
Salvo que tengas “un familiar o un padrino o madrina” en el exterior que te envíe remesas de divisas fuertes. Pero para mí, lo más vergonzoso y triste de ese turismo sexual es que hay algunos cubanos que viven fuera de nuestra Patria y que vienen a su tierra natal a aprovecharse precisamente de esta paupérrima situación para obtener beneficios sexuales y también materiales con sus coterráneos, sin importarles para nada que con su indolencia y desidia benefician así mismo a la tiranía castrista y empobrecen aún más a sus compatriotas. Y es que todos estamos permeados de esa funesta falta de valores por tanta pobreza física y moral, y todos somos responsables y tenemos nuestra propia cuota de culpa en el gran desastre nacional que azota nuestra Patria, vale la pena acudir a nuestro apóstol de la independencia José Martí, y cito: “Mientras un pueblo no tenga conquistado sus derechos, el hijo suyo que pisa en son de fiesta la casa en que los conculcan, es enemigo de su pueblo”.
Desde Ciego de Ávila, Cuba, Pedro Argüelles Morán, Red Cubana de Comunicadores Comunitarios.
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