Por Francisco Sau Boíx.
Después de más de 53 años bajo la dictadura dinástica de la familia Castro, el pueblo cubano afronta una horrenda crisis (otra de tantas en este periodo “involucionario”); y no precisamente una crisis financiera, económica, de consumo, de déficit productivo, sino una crisis total de producción agrícola y cárnica, principales fuentes de alimentación.
Por su ubicación geográfica y la composición del suelo, Cuba es catalogada como una de las tierras más fértiles del planeta, lo que se traduce que no requiere grandes esfuerzos para el cultivo de la misma. Así también, para la cría de diversas especies destinadas al consumo humano, sin mencionar lo que es evidente, una isla está rodeada de mar, “y el mar, está lleno de peces”.
Esta bonanza terrenal que como un regalo del reino de los cielos bendice a la otrora “Perla del Caribe”, pudiera ser tal vez, una de las causas del origen del humor infinito del cubano (además de la mezcla de culturas), el cual ha sabido combinar muy bien para adornar su insaciable sentido de la crítica.
Precisamente, y debido a que el régimen se niega a abandonar el poder, a pesar de las dificultades que el propio sistema social implantado por ellos genera, han optado por imponerle al pueblo costumbres de otros pueblos, como el de China.
Ya se conoce, no porque se venda en el mercado, ni porque lo informen los diferentes medios de prensa oficiales, sino por los periodistas independientes dentro de la isla, que el consumo de perros y gatos se ha disparado, algo que en China es común, como común y popular, es aquel chiste que se originó dentro de Cuba para criticar las costumbres alimenticias de los chinos, y que apoyándose en la dificultad que presentan estos para pronunciar correctamente el español, recrea como un atento camarero de un restaurant responde a un cubano que la carne que tanto le gustó, era “carne de lata”, lo que significa realmente, “carne de rata”.
Pero el chiste deja de ser chiste cuando se convierte en política de estado, y sobre todo, porque la perfecta expresión del chino no dejará lugar a dudas cuando asegure que lo que acaba de comer, es “carne de cuy”.
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