Por Francisco Sau Boíx.
Desde hace dos días estoy intentando escribir algo sobre los recientes avances en el ámbito alimenticio en Cuba, algo que no por evidente, se me ha tornado más que difícil; en primer lugar por la falta de tiempo, lo que provoca que tenga que escribir de prisa, esto va reñido con la concentración, que a la vez, la misma se agrava con la sonoridad de los característicos nombres de los nuevos ingredientes incorporados al menú involucionario de la mayor de las Antillas.
Y es que intentando mantener la ética periodística,
que comprende el respeto, la moderación,
he caído hasta en la desesperación,
por no poder desprenderme
de esa maldad cubana, pícara, musical y hasta rítmica
cuando ni tan siquiera termino una oración.
Ejemplo: …“Los cubanos comen moringa…”
Dicho así, se presta para una variada interpretación
No para el sueco, ni para el español,
Pero para el cubano, es el perfecto filón
Para darle todas las vueltas,
Musical, rítmica y de jodedera,
Colocando en mi boca todos los cuy y las moreras
Habidas y por haber
Olvidándose de Fidel
Y hasta del Pan con Timba
Para quedar harto de moringa
Sin saber el sabor que tienen
Y es que después de tanta involución
Ya no saben que es a lo que más temen
Si al tedio, a la moringa o a la represión.
Un amigo español
Intentando animarme
Comenzó por preguntarme
El problema de la oración.
Resultando más estresante la explicación
Que el dilema en el que me encontraba
Cuando rendido por la extenuación
Vi que con los ojos abiertos exclamaba:
¡Ustedes los cubanos, sí que profundizan en la cuestión!
Haciendo alusión
A los tantos años de estudio a “la lucha no violenta”
Que dedica la oposición en medio de tanta adversidad
Superando con creces a la universidad
No por graduados, pero sí por lenta.
Cubano al fin y al cabo
no siendo cuy, ni nada que lo parezca,
entre morera y la yesca
con solo una chispa no hay quien me extinga,
lo mandé a comerse un nabo,
varios cuy y un racimo de moringa.
Y puede que hasta tenga razón.
Por eso al despedirme de él,
Con cortesía y educación
le sugerí que para la ocasión
invitara a Fidel.
Aquí termino este necesario exorcismo
Sobre los cuy, la morera y la moringa
Los cubanos, el socialismo
Y como no, el inolvidable “pan con timba”.
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