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viernes, 6 de julio de 2012

El asesinato de reputaciones



Foto: Disidentes cubanos rinden guardia de honor al mártir, Orlando Zapata Tamayo. En la foto la también fallecida fundadora de las Damas de Blanco, Laura Pollán Toledo.

Por: Lcdo. Sergio Ramos.

A lo largo de toda su existencia la dictadura castrista ha tenido como cuestión de política publica difamar y desacreditar a las personas, instituciones y gobiernos que se le oponen. Este asesinato de reputaciones, o ‘character assassination’, es realizado con meticulosa plantación por organismos y personas expresamente dedicados a esta finalidad.

El asesinato de reputaciones o ‘character assassination’ se define como: “un intento de empañar la reputación de una persona. Puede tratarse de una exageración, inducir a error las verdades a medias, o la manipulación de los hechos para presentar una imagen falsa de la persona en cuestión. Es una forma de difamación y puede ser una forma de argumento ad hominem.” Wikipedia

El origen de la institucionalización de esta maquiavélica practica por parte de un Estado data de los tiempos de NKGB bajo Lavrenti Pavlovich Beria, antecesora de la KGB Soviética, y cuya técnica luego fue perfeccionada por el cuerpo represivo de Alemania Oriental, la STASI, y que entre ambas, fueron los que diseñaron y entrenaron a los cuerpos represivos de la dictadura castrista, entre ellos, el Departamento de la Seguridad del Estado.

Este tenebroso organismo de represión e inteligencia tiene entre sus estructuras un Vice- Ministerio Político bajo la cual radica el Departamento de Contra-propaganda, entre cuyas funciones está la descaracterización de personas, instituciones y gobiernos para desinformar a la población y a la opinión pública en general, creando una mala reputación o imagen por medio de la fabricación de aspectos peyorativos o distorsionando los buenos fines de una institución en perversos planes de conspiraciones ocultas.

También asesinan reputaciones mediante una sección creada a tales fines difamatorios bajo el Departamento América del Partido Comunista de Cuba, se elaboran leyendas negras contra los gobiernos y personas non-gratas al régimen castrista. Así paso con los videos publicados de conversaciones del ex-presidente Vicente Fox de México y funcionarios cubanos.

La técnica de difamar comienza por la fabricación de imputaciones calumniosas contra un individuo en un entrelazado artificial de mentiras con medias verdades. Estas son emitidas por unos medios de difusión y prensa “creíbles” con entrevistas a personas, nacionales o extranjeros, comprometidas con el régimen. De ahí, salta a los “agentes repetidores” que están ubicados en los medios de comunicación o en la red de Internet y según la importancia dada al personaje-objetivo se retransmite en mayor o menor intensidad, lo cual puede ser a nivel nacional, en una ciudad determinada , en un país en particular o mundialmente. En ocasiones, publican libros de contenido difamatorio, escritos por escritores afines a la dictadura, que pueden ser cubanos o extranjeros, como en el caso del “ Camajan” contra Elizardo Sánchez Santacruz, o “ Los Disidentes”, contra un grupo de opositores de renombre.

La extensión e intensidad de la onda expansiva difamatoria depende de la importancia que se le otorgue al objetivo. El propósito es aplicar la teoría desarrollada por el jefe de propaganda de la Alemania Nazi, Paul Joseph Goebbles, de repetir una mentira mil veces para que se transforme en verdad.

De ese modo, a lo largo de las más de cinco décadas del totalitarismo castrista hemos visto como a cuanto opositor o enemigo del régimen dictatorial, dentro o fuera de Cuba, nacional o extranjero, aparezca en escena, la dictadura, a través de sus medios propagandísticos los tildan de “mercenarios del imperialismo”, “vendidos a sueldo de los yanquis”, “agentes de la CIA”, “gusanos”, “delincuentes”, “terroristas”, “traidores”, “dementes”, “escorias”, etc., etc., etc. Además de decorar los clichés peyorativos con historietas pre-fabricadas con fines descaracterizadores y difamatorios.

Dentro de Cuba, usando el control total del Estado, a más de un opositor se le fabrican delitos comunes y así mismo los procesan en juicios fatulos con el objeto de desprestigiarlos. Así tildaron de “loco” al pobre Pánfilo por pedir comida públicamente, y tildaron de “delincuente” a Orlando Zapata Tamayo asesinado por la dictadura en medio de una huelga de hambre, o tildan de “mercenaria yanqui” a Sara Marta Fonseca por protestar pacíficamente contra el régimen.

Un clásico del asesinato de reputaciones por parte de la dictadura fue el incidente y juicio político del General Arnaldo Ochoa y otros relacionados, en donde la propaganda del régimen entretejió una intrincada madeja de mentiras para ocultar primero la vinculación directa de Fidel y Raúl Castro con el narcotráfico internacional, y segundo, las pretensiones del general Ochoa de dar un golpe de estado para implantar la política del Glasnot y la Perestroika impulsada por Mihail Gorbachev.

La mentira y la difamación llegan tan lejos que se distorsiona la historia y toca a los mártires y héroes de la historia de Cuba. Se distorsiona, por ejemplo, la memoria del más grande pro-hombre de nuestra gesta independentista, José Martí, a quien se le pretende imputar una simpatía hacia el comunismo que nunca tuvo, sino por el contrario, que criticó duramente a ese sistema en su crítica a la Obra de Hebert Spencer. Una parte que fue eliminada de las Obras Completas del Apóstol de la Independencia editadas en Cuba. Lo mismo pasa ahora con la imputación de comunista a Simón Bolívar, cuando en sus tiempos Carlos Marx no había nacido y menos escrito su obra “El Capital”.

La dictadura tiene que utilizar la mentira de modo institucional porque su fundamento desde un comienzo estuvo basado en el engaño, para eludir y diluir en tiempo, espacio y circunstancia, las reacciones contrarias de los ciudadanos. De ahí que desde antes de 1959 comenzó con apoyar al Constitución de 1940 y prometer elecciones en 180 días, y terminó por declararse “Socialista marxista-leninista” y ahora se acoge al embeleco llamado “Socialismo del Siglo XXI”. Y del mismo modo que ha usado como la mentira y el engaño como instrumento en el campo de la Macro-Política”, la aplica también en la “Micro-política” asesinando las reputaciones de sus opositores.

Lo que los fabricantes de mentiras y asesinos de reputaciones no entienden o no quieren entender, es que al final del camino, toda mentira o engaño tiene un mismo destino: Disiparse ante la fuerza incontenible de la verdad.

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