Por Francisco Sau Boíx.
Barcelona/ Mambí en A/ El Tribunal de Oslo ha condenado al ultraderechista Breivik a 21 años de cárcel prorrogables por considerarle penalmente responsable de los atentados de hace un año en Noruega.
La pena será cumplida en un centro de máxima seguridad en el penal de Ila, al oeste de Oslo, donde permanece en prisión preventiva desde hace un año.
Breivik, que aún no ha dicho si acepta el fallo o lo recurre, reconoce los hechos de que se le acusa, pero niega ser culpable, alegando defensa propia aunque todas sus víctimas estuviesen desarmadas.
Breivik ha admitido que mató a 77 personas e hirió a más de 240 cuando bombardeó el centro de Oslo y luego abrió fuego en un campamento juvenil el año pasado.
La comunidad europea se opone a la pena capital o pena de muerte como castigo para actos criminales, sin embargo, 21 años de condena para un criminal confeso, que asesinó a 77 personas, la mayoría jóvenes, devalúa la vida de un ser humano a tan solo 0,27 años de prisión, lo que dista del sentimiento que impulsa a criminales como Breivik, que sabiendo el alto valor de una vida humana, intenta por medio de su asesinato causar el mayor dolor posible. Lo que nos lleva a la paradójica conclusión, de que los asesinos precian más la vida de un ser humano, que la justicia europea.
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