La Reunión de la Nación Cubana por la Democracia, se dará a la tarea durante todo el mes de octubre de recordar el discurso pronunciado por Rafael Díaz-Balart en la Cámara de Representantes de Cuba, hace más de 57 años, en contra de la amnistía que finalmente se concedió a Fidel Castro y sus seguidores encarcelados por los hechos sangrientos de julio de 1953.
Sus palabras resultaron proféticas, pero ello no puede atribuirse a un don sobrenatural. Él supo valorar que en ningún momento los asaltantes al Cuartel Moncada se arrepintieron de sus crímenes, por el contrario, declararon que su propósito era continuar las acciones violentas hasta alcanzar el poder.
Díaz Balart, conoció a Castro y pudo calar su personalidad perturbada y su afán de sobresalir a cualquier costa, a partir de su “Complejo de Eróstrato”, con la única diferencia que la pasión por la gloria y la alegría de oír su nombre, no lo condujeron a destruir el templo de Diana, pero sí a devastar toda la nación cubana.
De eso alertó Rafael Díaz-Balart cuando dijo:
“Fidel Castro y su grupo solamente quieren una cosa: el poder total, que les permita destruir definitivamente todo vestigio de Constitución y de ley en Cuba, para instaurar la más cruel, la más bárbara tiranía, una tiranía que enseñará al pueblo el verdadero significado de lo que es la tiranía, un régimen totalitario, inescrupuloso, ladrón y asesino que sería muy difícil de derrocar por lo menos en veinte años”.
“Porque Fidel Castro no es más que un psicópata fascista que solamente podría pactar desde el poder con las fuerzas del comunismo internacional, porque ya el fascismo fue derrotado en la Segunda Guerra Mundial, y solamente el comunismo le daría a Fidel el ropaje seudoideológico para asesinar, robar, violar impunemente todos los derechos y para destruir en forma definitiva todo el acervo espiritual, histórico, moral y jurídico de nuestra República”…
Toda la nación cubana debe lamentar hoy que sus palabras no fueran valoradas en su justa dimensión, ya que él hizo el mejor retrato de Fidel Castro.
Su alerta no se habrá perdido totalmente si el pueblo de Cuba aprende a justipreciar las lecciones que ofrecen sus figuras más preclaras, los que saben ver más lejos.
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