Por José Alberto Álvarez Bravo.
Como su nombre lo indica, esta nota solo representa mi posición personal, aunque admito que también representa la de otros cubanos dentro y fuera de la isla que piensan como yo.
En contraposición a la escandalosa connivencia de la mayoría de los gobiernos del mundo ante los alevosos crímenes de la dinastía Castro contra el pueblo cubano, cuatro países europeos merecen el abrazo de nuestros sangrantes corazones: Suecia, República Checa, Alemania y Polonia.
Polonia, que siempre guardará luto por sus hijos cruelmente inmolados en Katyn por el comunismo ruso, tuvo que soportar la anexión soviética hasta la desaparición de aquel diabólico engendro. Al haber padecido bajo la bota de un sistema análogo de dominación totalitaria, comprende los sufrimientos del pueblo cubano y se pone de su lado resueltamente, sin medir ni vacilar ante los riesgos que implica buscarse problemas con unos rufianes de la catadura de los Castro y su pandilla de malhechores.
República Checa, que vio sus históricas calles y plazas hoyadas por las esteras de los tanques de guerra rusos, que padeció bajo un gobierno satélite de una potencia extranjera durante la mayor parte de la segunda mitad del siglo XX, ha brindado siempre, afrontando los riesgos, su resuelta solidaridad a la causa del respeto a los derechos humanos en Cuba, conducta que nos convierte en deudores de gratitud para con el gobierno de ese país amigo, elegido libremente por los propios ciudadanos y por consiguiente su legítimo representante.
Alemania, milenario país que pese a haber entronizado una ideología que compitió con el imperialismo soviético en la dominación mundial, con una de sus partes integrales aherrojadas por el yugo de la ocupación extranjera, superó una difícil reunificación para convertirse en uno de los adalides del estado de derecho a nivel planetario. Con el estado, el pueblo y el gobierno alemán nos unen fuertes vínculos cimentados en la gratitud por el apoyo que nos brindan a quienes luchamos, dentro y fuera de Cuba, por los derechos de todos los cubanos.
Suecia, país que no ha tenido que padecer por la implantación de regímenes que encubren sus crímenes bajo el hipócrita disfraz del “socialismo” cuartelario, y quizás por aquilatar el valor de la democracia sin sufrir los quebrantos de sus imposturas, es una de las honrosas excepciones al lacayuno concierto de aplaudidores de la dinastía Castro. Los cubanos que luchamos por los derechos que nos arrebatan quienes gobiernan sin el consentimiento manifiesto del pueblo, agradecemos al Reino de Suecia por su valiente apoyo y su desinteresada ayuda a esta noble causa.
No debe modificarse la Posición Común ante los depredadores de las libertades del pueblo de Cuba, a quienes la circunstancia de haber nacido también en esta tierra no les confiere el derecho a imponernos un régimen que solo alimenta el resentimiento y el odio entre cubanos por diferencias ideológicas.
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