Por José Alberto Álvarez Bravo.
Nadie tiene derecho a impedirle a otro emitir libremente su opinión. Aun cuando esa opinión difiera de la nuestra.
Este es el caso en relación con la nota firmada por José P. Zaragoza, -me imagino que cubano- radicado en la capital del exilio, y que fuera publicada el viernes 16 de noviembre de 2012 en la página Perspectiva de el Nuevo Herald.
En el primer párrafo el señor P. escribe: “La asamblea general de la ONU aprobó esta semana una resolución pidiendo que se levante el embargo que Estados Unidos tiene contra Cuba”.
Habíamos quedado en que no se puede atacar ni a la opinión ni a la persona de otros, en este caso del señor P, pero sí tengo derecho a solicitarle a este buen señor que me explique algunas cosas que no entiendo o desconozco. Por ejemplo, eso del “embargo que Estados Unidos tiene CONTRA CUBA”.
Quizás este cubano, residente “en las entrañas del monstruo”, tenga la habilidad y paciencia suficientes para hacerme entender –soy duro y corto de entendederas- que el embargo yanqui es “contra Cuba”, y no contra los forajidos que secuestraron las libertades de todo un pueblo convirtiendo a nuestra isla en el feudo Birán, instalado a base de crímenes por “Don Ángel” y amplificado a toda la geografía insular –con muchos más crímenes- por sus mafiosos descendientes.
Quizás el señor P me pueda explicar cómo él hace para poder endilgarle el santo nombre de la patria de todos a un grupúsculo de ancianos aferrado al poder absoluto con uñas y dientes (postizos, casi seguro). Quisiera preguntarle al señor P cómo él hace para legitimar a una pandilla de asesinos al punto de reconocerles la representación de Cuba.
Señor P, ¿quién eligió a estos esbirros para los cargos que detentan? Señor P, dígame que usted no se ha enterado de los miles de fusilados por estos fulanos que para usted tienen derecho a hablar en nombre de todos los cubanos. Señor P, dígame que la muerte de cubanos en huelgas de hambre es responsabilidad del embargo yanqui, porque tengo mis dudas. Señor P, dígame que el hundimiento del remolcador 13 de Marzo es un alevoso crimen del imperialismo yanqui, porque no se a quién atribuírselo. Señor P, no se a quién responsabilizar por el cobarde asesinato de Laura Pollan, Oswaldo Paya y Harold Cepero, y creo que usted pueda ayudarme. Señor P, quizás usted pueda ayudarme a identificar a los culpables –porque deben existir- de las brutales golpizas a mis amigos Antonio G Rodiles y Ángel Santiesteban, así como, a las Damas de Blanco de Oriente.
En otro orden de cosas, quizás el señor P tenga el aplomo suficiente para decirme, con todas sus letras, que el embargo del imperio del norte –donde él come, y caga- es el culpable de que una mazorquita de maíz nos cueste tres pesos en esta Habana de sus nostalgias, y donde recordar un bistec de res equivalga a tener “reminiscencias del pasado”, mientras para los mandantes y sus secuaces es una cotidianeidad presente.
Si ese simbólico embargo que tanto solivianta al señor P, -y que no les ha impedido a los delincuentes empoderados amasar fabulosas fortunas- es un ejemplo de bloqueo, cómo llamarle a un grupo de esbirros parasitarios apostados todos los jueves, de la mañana a la noche, en los bajos del edificio donde resido –J esq. Calzada, Vedado- para impedir el acceso a los disidentes que vienen a dedicar un momento de especial recordación a los cubanos desaparecidos.
Para no hacer demasiado largo este amasijo de palabras, voy a destacar otra frase del amigo P: “para algunas cosas, se toma en consideración a las Naciones Unidas y para otras bien gracias”. Aquí no me queda claro de quién está hablando míster P, porque en eso de usar a la ONU cuando les conviene no hay quien le quite la maestría a sus adorados Castro Ruz. ¿Por qué no habla don P de la permanente condena, en distintos foros internacionales, a su añorada “revolución” por los sistemáticos crímenes contra los derechos del pueblo cubano? Y que no hablen más mierda con los supuestos “logros” en la educación y la asistencia médica, las cacareadas y desprestigiadas vitrinas del régimen castrofascista.
La magia de la tecnología me dijo que voy por setecientas doce palabras; que lata. Solo me resta –sin que haya agotado mis argumentos- pedirles disculpas a P y a quienes tengan la paciencia de leer este ladrillo, por la vulgaridad de recordarle que él caga donde come, porque a fin de cuentas todos lo hacemos, aunque la diferencia está en que cada uno debe hacerlo en su propia casa, y no –por simple decencia- en la casa ajena. Si quiere combatir de verdad al imperio, que venga a empuñar un AK 47 para arrebatarles a los gringos la Base de Guantánamo. Conmigo que no cuente, lo mío es contra los traidores Castro Ruz y sus cómplices.
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