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lunes, 3 de diciembre de 2012

Tumbando al hierro



Por Lilianne Ruiz Andarcio, el blog de Jerónimo.

En su tiempo escribió Martí las armas son de hierro. Es el hierro lo que yo percibía frente a los agentes de la Sección 21 apostados en el portal del edificio de Lilia y José Alberto en J y Calzada, este jueves 1º de noviembre.

Hace mucho tiempo que el hierro en Cuba, el hierro para matar y el hierro de los barrotes, el hierro de los Tribunales y el hierro de la represión, pertenece a los mismos que pretenden ostentar la autoridad; la sola autoridad del hierro.

No es el hierro del que hablaba Martí.

Mi plan de este jueves era pasar por la casa de Lilia y José Alberto con la intención de recoger la historia del saqueo que han sufrido, muy similar al de Silva que relaté en el post pasado.

Contaba con un tazón de caldosa que sería mi almuerzo, porque hace poco más de una semana que Lilia y José Alberto han abierto su casa (que normalmente es una sombra deseable para conversar, en lo que se espera por cualquier trámite o servicio en la Sección Norteamericana) para regalar a los que llegan con un tazón de caldosa, en una ciudad donde por diversas razones -desde las higiénicas hasta las económicas- merendar o almorzar en la calle no es recomendable para el cubano de a pie.



Le hemos puesto el nombre de “Caldosa Disidente” y la manera como se ha resuelto el costo de producción de la caldosa es aunando los esfuerzos y la buena voluntad de muchos amigos.

Mientras me acercaba me extrañé de ver las figuras opacas en el portal: tres hombres y dos mujeres personificaron el hierro del que hablaba, apostados allí bloqueaban la entrada y la salida los agentes del DSE.

Tengo la impresión de que es imprescindible no caer en la trampa de la “familiaridad” entre secuestrados y secuestradores, por mucho que ya se conozcan las caras y los nombres de nuestros perseguidores. Hay que trasmitirles a esos agentes de la Seguridad, por todos los canales de comunicación posibles, desde la actitud hasta el verbo, que no somos iguales, ni funcionamos al mismo nivel, no existe lazo ni familiaridad, porque ellos son incapaces de dialogar de manera orgánica con los opositores al poder que ellos representan.

Se sumaron Noralis, la Dama de Blanco de 23 años y su esposo; no pudimos pasar pero pudimos decirles algunas verdades a la cara, entre ellas la de no entender qué es lo que les motiva a violar los derechos de los ciudadanos y en nombre de qué, ¿de un partido político? ¿De un grupo de gobernantes que nunca más levantarán su crédito porque ya nunca podrán engañar a nadie más?

Pero los agentes no están programados para responder. Ni siquiera pudimos precisar que registraban e interpretaban lo que les decíamos.

Como a las 3 horas los que habíamos sido impedidos de entrar a la casa de Lilia, y que no la vimos aparecer por el curso de periodismo, debíamos pasar otra vez enfrente de la casa sitiada. No era posible pasar delante sin volver a preguntar por nuestros amigos, porque pasar de largo era como acatar sus órdenes, obedecer o actuar como si les tuviéramos miedo. Dios no me deja sentir miedo más que de mí y de mis pecados, no sé si alguien pueda comprenderme, pero creer que tengo a Cristo en mi corazón, en el centro de mi alma escondido, y manifiesto en situaciones como ésta, no me deja sentir miedo. Así que me uní a los que decidimos regresar.



Ya tenían la calle llena de agentes y de algunos policías uniformados. Esta vez les dejamos claro que sabíamos que por la fuerza no nos dejarían pasar pero que estábamos allí para saber de nuestros amigos. Conocíamos la respuesta que nos darían pero lo importante era estar allí y no la retórica.

Esta vez volvió a impresionarme el fenómeno de que si yo no recordara que hay una sola Declaración de Derechos Humanos porque la humanidad es una, pensaría que ellos pertenecen a otra humanidad, acaso la especie de la que habla su jefe de legión. Pero no, mal que me pese, aunque entrenados para reprimir y odiar a los opositores a los Castro, sean capaces de repetir el gesto de una máquina, no son otra cosa que humanos y tienen más derechos que los que ellos mismos reconocen.

El jefe que dijo llamarse Erick y ser el segundo jefe de la Sección 21 (en una de las fotos tiene el índice levantado), utilizó una jerga amenazante cuando insistí en saber de mis amigos y se alejó a hacer una llamada; entonces repetí la pregunta a una de las mujeres: “Quiero saber en qué situación se encuentran Lilia y José Alberto” y le miré a los ojos buscando un indicio de humanidad, pero ella solo mantuvo la mirada fija en los míos de una manera que revelaba ser parte de su entrenamiento de represora. Yo solo pude contar 15 segundos y llegué a la conclusión de que lo importante no era mantener el desafío, que simplemente unos ojos humanos toleran una cantidad de tiempo mirando un mismo objeto, salvo por alguna excusa del misticismo hindú o del cristianismo primigenio, y no era humano mantener indefinidamente la fijeza en la mirada porque cualquier cosa llamada sobrehumana, desde Nietzsche (Zaratustra) hasta Castro, era inútilmente maquinal.



Hace mucho que los verde olivo dejaron de ser los buenos de esta película. Dejaron de serlo desde el 1 de enero de 1959, pero lograron confundir a mucha gente. El bien, acorde a la naturaleza humana, semejante a ella, la felicidad, la sabiduría, lo bueno, lo bello, Dios, están en otra parte, adonde único no pueden acceder ni impedir acceder a nadie: en el interior de cada uno de nosotros, y si logramos vocearlo, seremos libres tumbando al hierro.

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