Los terroristas de las FARC se convertirán en un movimiento político

Por Francisco Sau Boíx.

Barcelona/ Mambí en A/ Humberto de la Calle (que debería ser "pa' la calle" para donde deberían echarlo los colombianos), Jefe del Equipo Negociador del Gobierno (cuando debería llamarse "equipo claudicador"), anunció con marcada rimbombancia que el punto de discusión que ha dado inicio en la mesa negociadora en la capital del único patrocinador del terrorismo en la región del Caribe y América Latina, Cuba, es para discutir la creación de un movimiento político.

Aclara Humberto (prestar atención en que no digo la Calle, porque de seguro la calle colombiana se opone a éste adefesio político), que no se analizarán personas o casos individuales, sino al grupo terrorista de las FARC en su conjunto, para convertirlo en un movimiento político.

Lo más grave del anuncio de Humberto, es que ni tan siquiera siente la más mínima verguenza al decirlo, ni tan siquiera le tiembla la voz, se puede ser desvergonzado, pero como Humberto, imposible.

Se hace necesario que Humberto le explique personalmente a las víctimas de los terroristas de las FARC, a sus familias, a los padres de niños secuestrados y asesinados, a los mutilados, a las mujeres violadas, a las mujeres que se han quedado como único sustento de sus hijos después de que sus esposos fuesen asesinados o secuestrados, etc., para que obtenga una respuesta de consentimiento de las víctimas, porque se supone que él está negociando con el victimario un proceso deseado por las víctimas.

¿Tiene el consentimiento de las víctimas éste señor, y por supuesto, el presidente Juan Manuel (que de Santos cada vez menos) para convertir a los asesinos y terroristas en dirigentes políticos?

Pensé en poner fotos y vídeos de niños mutilados, imágenes de crímenes atroces en medio siglo de triste existencia de los terroristas de las FARC, pero al final decidí que no es necesario, medio siglo asesinando ha dejado en pleno conocimiento de todo el mundo, que las FARC son una organización terrorista, y quién la apoye e intente legitimar, son algo más que unos simples sinverguenzas.