Barcelona/ Mambí en A/ Ante la publicación de un artículo en Internet denominado: "Para Cuba, un ramo de rosas", en el blog de Zoe Valdés, el Representante en la UE de la UNPACU responde al mismo…
RESPUESTA A ZOE VALDÉS: “CUBA NECESITA DE TODOS LOS CUBANOS”, por Javier Larrondo
Madrid, 29 septiembre de 2013. Por Javier Larrondo, Representante de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) en la UE.
Permítanme los lectores una reflexión al artículo que difundió en la portada de su blog Zoe Valdés, de la autora Norma Hopson y titulado "Para Cuba, un ramo de rosas", que fue publicado anteriormente con el nombre de otra autora. Es muy grave. El artículo requiere una respuesta.
Extraigo frases de este artículo que me provocan pena, dolor, incluso cierto desprecio por la acción de fomentar lo que se extrae de ellas:
"Por tanto, quedémonos con las viejas fotos, las historias repetidas, las románticas memorias de una Cuba linda, idealista, sensual, elegante, limpia, alegre, dinámica, soñadora, la Cuba de la cual nos marchamos cuando…no podíamos adaptarnos al miedo, al panzismo, al conformismo, la apatía, la negligencia, la indiferencia, el vacío moral, la chabacanería, la vulgaridad, todas esas cualidades que hoy son parte intrínseca de esas masas que pululan por sus calles, incluyendo a aquellos que se creen educados, porque están medianamente alfabetizados y hasta pueden ostentar un título universitario condicionado, mediocre y limitado. Son portadores de diplomas universitarios que escriben con faltas de ortografía, mala redacción, ignorancia de la historia de Cuba y del mundo, ya que el sistema en su podredumbre se preocupó y encargó de distorsionar y suprimir hasta los hechos más destacados de la humanidad en los libros impresos por la Imprenta Nacional. Amigos, perdimos a Cuba, Aceptemos esta realidad, Perdimos a Cuba físicamente. Su pasada imagen, no."
Extracto del Blog de Zoe Valdés – Artículo "Para Cuba, un ramo de rosas"
Nací en España. Mi madre es Maripepa y mi padre Enrique, exiliados de Cuba. Soy muy diferente, en la práctica, a los cubanos que dejaron Cuba. Y muy diferente a los que ahora quedan allí. Pero conozco bien a los de antes y a los de ahora. Unos, porque me crié con ellos. Los otros, porque hablo y trabajo con ellos por la libertad de Cuba cada día, por lo que me uní a la Unión Patriótica de Cuba. Y empatizo con ambos y de ambos colectivos me siento parte, incluso me guste a veces o no. Las actitudes nostálgicas y apáticas, mientras hordas de gentes sufren, no me generan simpatía alguna, pero las comprendo. Son muchos años de cansancio y sufrimiento en la memoria. Mi abuela paterna, cubana de varias generaciones cubanas, se pasó sufriendo esa impotencia hasta que murió, y la vi y la sentí sufrir horrores por ello.
Existe, y eso es lo que hay que potenciar, una generación de cubanos que entiende que lo que describe Zoe es una realidad a combatir, pero que jamás lo describirán con la falta de empatía, falta de piedad y falta de rigurosidad con que ella lo hace.
Cuba no era como algún otro país aislado de América Latina, donde la clase adinerada provoca, ante un complejo galopante de no ser de Europa en genética y distancia, el vacío con los humildes más allá de lo lógico y de recibo.
En Cuba, la clase alta reivindicaba su "cubanidad", por encima de un "europeísmo" totalmente interiorizado. Pero no es menos cierto que creímos, al ver al guajiro con la sonrisa pintada en su boca, que era feliz. Era más feliz, desde luego, de lo que ahora es la gran mayoría del pueblo cubano. Sin embargo, con un país lleno de riquezas y privilegios, no pusimos en el primer orden de prioridades de nuestra sociedad el aumento del nivel de cultura, bienestar e igualdad absoluta de oportunidades del pueblo representado por el guajiro. A nadie le gusta ver bondades de las que nunca podrán disfrutar, no ya ellos, sino sus hijos.
Fidel llegó y sacó del corazón del guajiro un sentimiento latente pero no real: el odio a la clase adinerada. Como todo lo que ha hecho Fidel, con un fin. Con ese sentimiento supo alentar una cruzada contra esta clase social para quitarse de en medio al único enemigo que le podía sacar del poder: el mismo que lo alzó a él y que tenía los medios para volvérselo a quitar.
Y así creó dos polos que durante años se han alejado y le han servido para justificar una situación que es infinitamente más bárbara que los errores que tenía la Cuba de los 50.
En los 50, Fulgencio Batista acabó con la democracia representada por la constitución del 40. Con la apatía de una mayoría, mientras aquello acontecía, se gestó un dictador aún peor que él: Fidel Castro. Fidel magnificó la diferencia de clases y supo echarnos del país.
De aquellos polvos vinieron estos lodos.
Hay una generación en la isla y fuera de ella que entiende lo ocurrido, que comprende y empatiza en cierto grado con cualquier actitud de entonces, pero que también fraterniza profundamente con la población de la isla de hoy, que lo necesita mucho más. Y en este contexto surge gente que exacerba desde el exilio aquellos sentimientos de diferencia. Como Zoe Valdés o la autora del artículo y otros, que nos invitan a ser ajenos a lo que allí ocurre. Estos sentimientos son los que contribuyen a la inacción, mientras los despiadados pueden trabajar y campar por sus anchas perpetrando barbaridades en Cuba.
¿Cómo una autora de este prestigio puede atreverse a decirnos, a los que luchamos cada día: “amigos, perdimos a Cuba”?
Una masa creciente de personas humildes ha aprendido ya a no cometer los mismos errores históricos, ni han caído en la fosa nacional de muertos vivientes que nos describe Zoe Valdés, ni profesan odio contra nadie.
Los malos sentimientos pueden dar al traste con algo que ha nacido ya en Cuba y que puede cambiarla para bien y de una vez por todas.
¿Ya no creéis en nada? Sólo estáis, estamos, cansados. Pero podemos tomar responsabilidad de lo que pase a partir de ahora. Ahora, más que nunca, hay una oportunidad de cambiar las cosas de otra manera, de mejor manera. Se ha percatado de ello Miami, los Estados Unidos y Europa. Y lo más importante, se ha dado cuenta el pueblo llano de la isla. Ya son más de 7.000 afiliados en el interior, y es hora del que el exilio abandone cualquier atisbo de apatía y escuche las infinitas voces vivas dentro de Cuba, dejando a un lado las diferencias y las nostalgias, para tomar partido activo y que el cambio fructifique esta vez sin que ningún sinvergüenza se aproveche de él.
El exilio cubano, personas como Zoe Valdés, quizás deberían escuchar el Manifiesto de la Unión Patriótica de Cuba como escuchan miles ya en la isla. Porque la apatía del bien es la victoria del mal.
Os dejo entonces el enlace del Manifiesto, no dudéis en difundirlo a todos vuestros contactos:
Soy uno de los colaboradores, desde España, desde la fundación de este movimiento, y os invito a que ayudéis a la Unión Patriótica de Cuba de mil maneras. Primero difundiendo el manifiesto. Segundo aportando. Aportando como sea. Ahora más que nunca todos debemos ser uno, porque Cuba necesita de todos los cubanos.
Un saludo fraternal a todos,
Javier Larrondo
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