Barcelona/ Mambí en A/ Iñaki Rekarte Ibarra, de 42 años de edad, fue miembro del 'comando Mugarri'. Fue condenado a 200 años de cárcel por un atentado con coche bomba contra un furgón policial en Santander en 1992, en el que fueron asesinadas tres personas y otras 20 resultaron heridas.
Ha pasado la mitad de su vida en prisión. Forma parte de la llamada "Vía Nanclares", por lo que el último tramo de su condena lo ha cumplido en la prisión de Martutene (Guipúzcoa) en régimen abierto.
Fue liberado en noviembre de 2013 después de que la Audiencia Nacional anulara la aplicación retroactiva de la doctrina Parot a su condena.
Cuando ingresó en ETA a los 18 años «no tenía idea de nada» de lo que representaba la banda. Para él, desligarse de ella fue un proceso de maduración muy lento y difícil.
Un proceso que le costó, en enero de 2010, la expulsión del colectivo de presos de ETA (EPPK) acusado de haberse salido "de la disciplina y protección" del grupo.
Rekarte conoció a su mujer en el centro penitenciario de Puerto, en Cádiz, donde ella era trabajadora social. Haber formado una familia (tienen dos hijos) le ayudó a mirar hacia delante y lo más difícil, a perdonarse a sí mismo.
En su nueva vida como hombre arrastra un doble estigma: para unos por haber pertenecido a ETA y para otros, por traicionar a la izquierda aberzale.
Ahora está convencido de que la solución a todo esto es de persona a persona, con cosas pequeñas como los encuentros que organizaba el Gobierno Vasco entre presos de ETA y víctimas en los que él ha tomado parte. Por ello, ha lamentado que tras la cancelación de este programa los presos etarras no tienen ahora «ninguna puerta donde tocar» si quieren seguir este camino para el desmarque de la violencia.
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