A: General Abelardo Colomé Ibarra, Ministro del Interior de la República de Cuba
De: José Alberto Álvarez Bravo, ciudadano cubano.
Asunto: Petición de amparo.
General, luego de expresarle el debido respeto a su alta investidura, paso a decirle que la primera y más lógica pregunta que Ud., o cualquier persona en su lugar, se haría en caso de recibir una carta como esta, es quién es el desconocido que osa tratar de saltar sobre los incontables círculos concéntricos que separan a un simple ciudadano cubano de un poderoso Ministro del Interior.
Dada la insignificancia del remitente, mi biografía puede resumirse al punto de no abrumar en exceso.
Nací en la villa de Sancti Spíritus en 1951 de padres humildísimos, ya fallecidos. Pequeño aun, mi familia emigró a la capital, donde he residido casi toda mi vida.
En 1991 tuve el privilegio de conocer y relacionarme en el ámbito espiritual y humano con María Elena Cruz Varela, pero no me sentí atraído por la idea de pertenecer al Grupo Opositor Liberal Criterio Alternativo. Luego del arresto y disolución de este Movimiento, continué mi lucha por librar el sustento de mi familia conforme a lo que siempre había sido mi vida. No obstante, un fuego interior por luchar contra los abusos y atropellos que se cometen desde el poder en nuestro país se mantuvo latente en mi conciencia.
Uno de estos atropellos, cometido contra mi hijastro Carlos Denis Crespo, me fue llevando a lo que ahora soy, activista por los derechos de todos los cubanos.
Pese a mi bajo nivel cultural, comencé en 2008 a ejercer como periodista independiente, conectándome a internet en las salas que la Sección de Intereses de EU en La Habana pone al servicio de cualquier persona, sin costo ni exigencia de ningún tipo.
A poco de abrir mi cuenta de correo electrónico comencé a recibir mensajes firmados por Elpidio Valdés, en los que éste trataba de contender conmigo en el plano ideológico. Impotente ante mis argumentos, su último correo lo dedicó a amenazarme de muerte.
En 2010 organicé, junto con un amigo –Heriberto Liranza- la Academia Nueva Esperanza, donde impartíamos un taller sobre DDHH, Computación Básica, Periodismo, Derecho e Historia de Cuba. Este esfuerzo fue quebrado mediante la fuerza bruta por efectivos de la Seguridad del Estado; por esta razón sufrí tres secuestros y realicé una huelga de hambre durante quince días. El 4 de enero estuve involucrado en un “accidente” automovilístico junto a Laura Pollán y dos amigos italianos, ocurrido a solo trescientos metros del Hospital Naval. No me parece descabellado suponer que de llegar al Cuerpo de Guardia no habríamos salido con vida.
En 2011 organicé las Veladas Ciudadanas, que consistió en reunirnos los inconformes a conversar en un parque, sin alzar la voz ni enarbolar pancartas; por esta actividad fui secuestrado en trece ocasiones con un par de amenazas de muerte, un allanamiento de domicilio y confiscación de pertenencias sin los requerimientos legales y un encarcelamiento por setenta y dos horas.
En 2012 organicé la Asociación de Familiares de Cubanos Desaparecidos, iniciativa que no fructificó como consecuencia del pánico del pueblo cubano a “buscarse problemas” con el estado, represivo e inmisericorde, en especial con su temible aparato de inteligencia.
El 7 de abril de 2013 comencé a desarrollar el Proyecto Cuba EXIGE, en el cual nos juntamos mediante breves clips de video, los cubanos y cubanas que abogamos por un sistema sociopolítico y económico diferente para nuestro país, sin odios ni violencias de ninguna especie. Cuando ya teníamos alrededor de trescientas grabaciones en internet, y en un natural esfuerzo por defenderse, el estado sacó al aire el espacio televisivo Cuba dice, pese a tener el control monopólico de la televisión por más de cinco décadas y abordarse en él temas también añejos.
En cumplimiento del vaticinio de un amigo –“cuando llegues a mil (grabaciones) te van a tocar a la puerta”- el tres de enero de 2014 ETECSA bloqueó las llamadas desde y hacia mi teléfono móvil, con la evidente intención de borrarme del espacio comunicacional.
Poco después, un conocido periodista independiente –Leonel Alberto Pérez Belette- me pidió mis datos para una nebulosa gestión, en la que “los dos saldremos ganando”. En febrero comenzaron a llegarme sms suyos invitándome a una gira “por el Cauto y mas allá”, gira que se realizaría en automóvil. En marzo continuaron sus sms, invocando un cariño y desvelo por mi persona tan exagerados como inmerecidos.
El 8 de abril este ciudadano se personó en mi domicilio para conversar en privado; en razón de ello, me pidió bajar al portal del edificio multifamiliar donde resido. Al llegar a éste, me ofreció de palabra la diferida gira, como “un obsequio de Elpidio Valdés” ¿recuerda el nombre? Viajaríamos “a Santiago (de Cuba) a ver a los hermanos”. Mencionar la evocación que me trajo del caso Oswaldo Paya-Harold Cepero es ocioso. Se retiró en un automóvil de color azul claro con chapa de turismo, de los usados habitualmente por la Seguridad del Estado.
El 10 de mayo Pérez Belette irrumpió sin permiso en mi domicilio, y al exigirle abandonarlo se situó frente al edificio y se armó con cuatro piedras de tamaño considerable con el propósito de agredirme, por lo que llamé a la Policía. Al llegar el auto patrullero, el potencial agresor se retiró en un auto de turismo color blanco, escoltado por el de color azul claro.
Al constatar que un grupo operativo de la Seguridad del Estado se movía alrededor de mi persona, decidí denunciar a uno de sus miembros, el mencionado Pérez Belette, por los presuntos delitos de Invasión de Domicilio y Amenazas, con el propósito de obtener la protección de la Policía, pero ésta se negó a aceptar mi denuncia.
Recordando que según la historia, Fidel Castro, preso en Boniato por los sucesos sangrientos del Cuartel Moncada, conservó su vida gracias al pundonor del militar Jesús Yanes Pelletier, hoy le convoco a usar su poder para preservar la vida de un anciano indefenso que a nadie daña, a menos que de Ud. o de instancias superiores haya emanado la orden pertinente.
Por considerarla la vía más rápida y eficiente para que esta carta llegue a sus manos, la pondré a la luz pública como acostumbro con todo lo que redacto.
Para facilitar la comunicación conmigo, pese a que sus hombres los conocen muy bien, publico mis datos de identidad y localización, quedando a la espera de su respuesta.
José Alberto Álvarez Bravo, Calle J # 104, 1er piso apto 10 e/ Calzada y 9, Vedado
Móvil: 53341878 (bloqueado desde el 3 de enero de 2014)
Email: 113dominexaudi932@gmail.com
La Habana, 19 de mayo de 2014
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