Foto: Ariel Arias Rosa.
Barcelona/ Mambí en A/ Ariel Arias Rosa no quiere morirse, al menos no por ahora. Un cáncer en su cabeza se ha propuesto ponerle punto final a sus treinta y nueve años. No es extranjero, ni tiene familiares o amigos influyentes en el estado. Tampoco tiene dinero.
Por residir en San José, a las afueras de la ciudad de Placetas, el Hospital Arnaldo Milián Castro de Santa Clara, Cuba, fue la primera institución de salud en conocer su situación clínica, pero nada pudo adelantar en materia de tratamiento. Es conocida la precariedad de las instalaciones de salud que prestan servicios a la ciudadanía en toda Cuba, siendo más aguda la situación en ciudades y pueblos alejados de la capital.
Apercibido de que solo podía contar con un cinco por ciento de posibilidades de salir con vida, Ariel aceptó someterse a una intervención en el cráneo, y a una extirpación de su ojo derecho.
El diagnóstico emitido por el Instituto Nacional de Oncología el 5 de abril de 2014 le pronosticó solo un mes de vida. Su única esperanza de prolongar un poco su amenazada existencia está cifrada en una radiación que no se aplica en Cuba, por lo que requeriría ser trasladado a otro país.
Pese a que el pronóstico de esta radiación es de severa afectación, aceptó correr todos los riesgos, dirigiéndose al Vice Ministro de Salud Pública sin obtener la ayuda solicitada.
En un tono pausado, pero firme, Ariel confiesa sentirse muy decepcionado con el sistema de salud cubano, por lo que tomó la decisión de sumarse a las filas de la disidencia, integrándose al Frente de Resistencia Cívica Orlando Zapata Tamayo, presidido por Jorge Luis García Pérez (Antúnez).
Concluye afirmando que si ha de morir, quiere ofrendar sus últimas horas de vida a defender el respeto a los derechos de todos los cubanos.
Informó desde La Habana, Cuba, José Alberto Álvarez Bravo.
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