Por Martha Beatriz Roque Cabello.
Podríamos definir la moral como el conjunto de normas por las que se rigen los seres humanos en una sociedad. Lo que forma parte del comportamiento moral, está sujeto a ciertas convenciones sociales; la mayoría de las sociedades humanas comparten algunos consensos sobre la inaceptabilidad de obvias conductas que son rechazadas, como por ejemplo la mentira ventajosa y también los daños –tanto físicos como materiales- que se les causan a personas inocentes e incluso hasta desvalidas. El régimen cubano es especialista en ambas cosas.
Pero el calificativo que se le da a la dictadura (que algunas veces se usa con el pueblo) no es correcto. No se debe decir que hay una doble moral, porque relacionado con este concepto hay una dicotomía de antónimos de la palabra, que son: inmoral y amoral.
Lo inmoral hace referencia a toda forma de actuar que viola la moral social y lo amoral es referido a la carencia de moral. Los amorales no consideran que los hechos o actos humanos sean malos o buenos, correctos o incorrectos, es válido lo que ellos hacen y ya.
Podría referirme a una lista interminable de momentos en que el régimen ha sido inmoral y otras amoral, pero voy a limitarme a una acción: “el terrorismo”.
En estos días se celebra en el país un evento en contra del terrorismo; pero, no obstante -solo para poner un ejemplo- en Cuba se rinden honores públicos a dos terroristas en la capital, lo que implica que hay una inmoralidad al decir de forma oficial que se está en contra del terrorismo.
Por si alguien no tiene conocimiento de ello, bastaría mencionar la placa conmemorativa en el cine-teatro América y el parque nombrado “El Curita”.
En las céntricas calles de Galiano y Neptuno, se encuentra ubicado el “América”, que el 3 de setiembre de 1957 recibió el impacto de una bomba de tiempo en el baño de las damas. Este artefacto lo traía atado a su muslo con cinta adhesiva la joven de 18 años: Urselia Díaz Báez, estudiante del Instituto de La Habana, formaba parte de las células clandestinas de acción y sabotaje del Movimiento 26 de Julio y se dedicaba a poner bombas por la ciudad.
La tarja que recuerda este acto terrorista dice: “A la memoria de Urselia Díaz Báez, que murió heroicamente luchando contra la tiranía…”
Ese mismo día otras bombas fueron puestas por miembros de ese Movimiento, que se habían encontrado con antelación en un café situado en Teniente Rey y Bernaza en la Habana Vieja, lugar donde distribuyeron el trabajo.
Entre los sitios públicos, con gran cantidad de personas inocentes, en los que la terrorista Urselia puso bombas se encuentran: el edificio Bacardí, un bar situado en las calles Ángeles y Estrella y el Ten Cent de la calle Obispo.
Por su parte Sergio González López conocido como “El Curita” que era jefe de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio en La Habana, ejecutaba la estrategia terrorista de Fidel Castro en la capital y es uno de los “mártires” que más homenajes recibe por parte del régimen. Por ejemplo, la antigua Plaza del Vapor lleva su nombre, al igual que algunas otras dependencias estatales; y la casa donde lo encontró la policía y lo detuvo está considerada un sitio histórico.
Como prueba de la “inmoralidad” a la que está acostumbrado el régimen, desapareció de la “red de internet” un artículo que publicó el periódico Granma (Órgano Oficial del Partido Comunista de Cuba) el 19 de marzo de 2008, que relataba los actos terroristas de este “revolucionario”, que se titulaba: “Un curita que estremeció La Habana”, en el que contaba las “hazañas explosivas” de este asesino.
Pero de este terrorismo no se habla, la historia de cientos de bombas que fueron explotadas en el país y de otras acciones del mismo carácter, como el secuestro –en el año 1958- del pentacampeón de Fórmula Uno, Juan Manuel Fangio; quien en aquel momento era uno de los deportistas más célebres del mundo.
También Fidel Castro ordenó el 1ro de noviembre de 1958, otro secuestro, el de un avión Viscount, durante el vuelo internacional 495 que salió de Miami con destino a Varadero; pero la operación no llegó a su fin, el avión de Cubana de Aviación cayó al mar y hubo pocos supervivientes.
Durante la llamada “prisión fecunda” en Isla de Pinos, después del asalto al Cuartel Moncada, en el año 1956, Fidel Castro escribió una carta a la Revista Bohemia que decía: “Nosotros no somos perturbadores de oficio, ni ciegos partidarios de la violencia, la patria mejor que anhelamos se puede realizar con las armas de la razón y la inteligencia”.
Por esa dicotomía en la moral, los “revolucionarios” del Movimiento 26 de Julio consideran que el terrorismo al que sometieron el país, no fue tal; esas acciones subversivas se llaman “Revolución”.
Explicar en un artículo periodístico lo que vivió nuestro pueblo en aquellos tiempos, en que la consigna del Movimiento 26 de Julio era “Cero 3 c”, que significaba: cero compras, cero cines y cero cabarets, es imposible; porque para poder narrar todos los actos de este tipo que realizaron los hermanos Castro, y de los cuales son ellos directamente responsables, haría falta escribir “las obras completas de la ausencia de moral”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario