Mambí en A/ Al principio, los desminadores de Bengasi, Libia, eran dieciocho: padres de familia que buscan explosivos con sus propias manos en las ruinas de la segunda ciudad más grande de Libia. Cuando fueron expulsados de Bengasi, los yihadistas de Estado Islámico ocultaron explosivos en hogares, en la universidad y en parques infantiles. Al final del rodaje, solo queda un desminador ileso.
El periodista y camarógrafo libio, Osama Al-Fitori, acompañó a los desminadores en su peligrosa labor durante dos años. Él documenta muy de cerca cómo los hombres buscan, localizan y desactivan los explosivos sin detectores de metales, ni ropa protectora. Las trampas son el legado mortal de Estado Islámico. Después de la muerte del dictador Muamar el Gadafi, los islamistas entraron en Bengasi en 2014, desatando una cruenta guerra civil. Recién en 2017 el ejército del general libio, Jalifa Haftar, logró expulsar a los terroristas de Bengasi tras una brutal guerra urbana que dejó un campo de escombros con innumerables explosivos, los cuales se siguen cobrando víctimas y hacen imposible un nuevo comienzo. Es una suerte de venganza tardía de los yihadistas en el territorio que perdieron.
"Los desminadores de Bengasi" refleja la inabarcable tarea de purgar Bengasi de estos explosivos. Pero al mismo tiempo el reportaje muestra una imagen poco conocida de Libia, pues más allá de los terroristas, las bandas de tráfico de personas y la rivalidad entre clanes, hay muchas personas en Libia que quieren recuperar la normalidad en el país, poner fin a la violencia y posibilitar un futuro en paz.
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